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sábado, 24 de enero de 2009

50 años de la Revolución Cubana, un Análisis (II)

Continuamos con nuestro análisis sobre el cincuentenario de la Revolución Cubana...



El Clímax de una epopeya

Resulta que con Cuba, con la revolución cubana faltaba algo: era el plano y el contexto internacional.

Y así fue: finalmente el quijote de la Habana se terminaría convirtiendo en el David del Caribe, pues cuando decidió desafiar y retar al poder del gran hegemón y poder del hemisferio: Los Estados Unidos de América, que por más de medio siglo estaba acostumbrado a tratar con Latinoamérica y especialmente Cuba con mucha insolencia, la Revolución cubana alcanzó cotas de mitología, al convertirse de hecho en el representante de toda la historia y los sentimientos latinoamericanos.

Se suponía que al desafiar al poder de los Estados Unidos, Cuba sería nuevamente invadida y castigada con facilidad por el gigante del norte, y el proceso iba a desaparecer muy pronto como todas las iniciativas que buscaban confrontación con los intereses norteamericanos: Gallegos en Venezuela (1948) Arias en Panamá (1951) o Arbenz en Guatemala (1954) o vendrían invasiones como las de Nicaragua (1912-1925, 1926-1933), Haití (1914, 1915-1934), Honduras (1907, 1911-1912, 1919, 1924-25), República Dominicana (1904, 1914, 1916-1924) o la misma Cuba (1906-1909, 1917-1922, 1933) Esa había sido hasta entonces la Historia de Latinoamérica frente a EEUU, y se suponía que Cuba iba para allá.

No sucedió así.

Castro hábilmente presintió el peligro y para no ser víctima de la constante histórica aceptó la amistad y la ayuda del único país del mundo que podía socorrerle y protegerle: La Unión Soviética, el único rival de peso frente a Estados Unidos. Aprovechando eso y sobretodo el fuerte sentimiento popular cubano contra las actitudes arrogantes de Norteamérica y el claro apoyo de muchísimos latinoamericanos hartos de humillaciones e invasiones de EEUU, Castro se zafó de la influencia estadounidense y le plantó en cara el desafío a tan solo 94 millas de su frontera, sin que las acciones promovidas en contra (como la invasión de Bahía de Cochinos y el Bloqueo-embargo) hayan dado resultado. Seguramente para la mayoría de los Iberoamericanos, el carácter sentimental de ese gesto pasó a la Historia: por fin un pequeño David latino le daba senda pedrada al soberbio Goliat anglosajón... y quedaba impune.
De hecho Cuba entra de lleno en la Historia Universal no tanto por su revolución, sino por una de las consecuencia de la misma, posiblemente la más famosa: ser el escenario del capitulo quizás más álgido y delicado de todo el período de la Guerra Fría, la crisis de los misiles cubanos de octubre de 1962, que puso al mundo no sólo al borde de una III guerra mundial, sino del total exterminio con un Apocalipsis nuclear entre las súper-potencias. El hecho de ser el sitio focal de los acontecimientos y pese a la gravedad del asunto, sobrevivir a una inminente invasión o destrucción –literal- de la Isla por parte de los Estados Unidos, le dan a Cuba y a su líder Castro una poderosa, poderosísima fama, prestigio y popularidad ante el mundo, que lo harán más conocido que nunca.



Los triunfos iniciales de Cuba sirvieron para hacer explotar -casi literalmente- a la América Latina en una ola revolucionara inédita y aún hoy no superada donde la región se convirtió en el campo de un gran experimento libertario: la época de las guerrillas. Era el clímax de la epopeya de la Sierra Maestra llevado a gran escala. El impulso rebelde de la juventud que en los años 60 se vería en Europa y Norteamérica con los Beatles, los Hippies, las drogas, el sexo libre y las protestas, sobretodo en el año '68, tuvo en Latinoamérica su antecedente durante la primera mitad de esa década. A la cabeza del proceso Fidel, y con el Che Guevara como ejecutor y como un nuevo héroe romántico, los jóvenes idealistas y radicales que creían que la solución de los problemas podía ser inmediata y que en vez del pensamiento y la palabra era mejor la acción y sobretodo la acción armada, crearon un dogma: era posible tomar el cielo por asalto, era posible acabar con dictadores y oligarquía y era posible hacer una sociedad justa y nueva sin temor a nada ya que los norteamericanos no eran invencibles ni invulnerables, y ahí estaba Cuba (y Vietnam) para probarlo.

Las opiniones se polarizan más aquí, pues si ya la Revolución Cubana genera encontronazos, hablar de las guerrillas de los años ’60 del siglo XX es tocar un punto mutuamente doloroso para todos los protagonistas que la vivieron. Casi todo el sub continente latinoamericano se estremeció en esta lucha, que se vería como un capitulo más del global conflicto que enfrentaba a la Unión Soviética y los Estados Unidos (la guerra fría) y que dejó solo en el escenario cientos de policías y militares muertos por un lado, y miles de estudiantes, sindicalistas, periodistas o simples militantes políticos por otro lado, muertos o sencillamente “desaparecidos”, aparte de generar el fin de muchas democracias y el nacimiento de terribles dictaduras. Esa desgarradora lucha aún genera sensible confrontación entre quienes sobrevivieron a su paso, por tanto tal enfrentamiento no sólo generó la radicalización de la política sino la ruptura en algunos casos, de la convivencia social, pues a la actitud “ultra” de los guerrilleros vino la respuesta de la “guerra sucia” de los militares y el status quo, dejando entonces en el medio de cada país a cientos de miles de familias de ambos bandos con mucho muertos a quienes llorar.

Muchos culpan con facilidad de todo esto a Castro y su revolución, otros nada más apuntan las responsabilidades a los militares, las dictaduras o más directamente a los Estados Unidos, cuando en todo caso cada uno de los protagonistas de los hechos guardan una responsabilidad clara por haber sido precisamente eso: protagonistas de los hechos históricos.

Y a la luz de la Historia, el periodo de las guerrillas se cerró tal como empezó: inesperada y románticamente. Empezó con un grupo de idealistas armados en la Sierra Maestra cubana y terminó con otro grupo de utópicos en las montañas de Bolivia, y así como nadie sabía quién sería Fidel Castro y lo que haría, nadie esperaba que el Ché Guevara fuera derrotado y asesinado… y lo que ello significaría.





Nacería un mito, cierto, un nuevo Lord Bayron muy poderoso en la mente y el simbolismo de los que querian –y creerían- ver en la revolución como la mejor vía, pero moriría el hecho histórico, las guerrillas. A partir de 1967 en todo el continente las guerrillas ya no podrían articularse y actuar como una fuerza efectiva. En Venezuela, por ejemplo, para esos años el mismo Partido Comunista empieza a abandonar la lucha, pese a las críticas –e insultos- de Fidel.




Todos los demás remanentes fracasaron o eventualmente fracasarían en Sudamérica: Montoneros y ERP en Argentina, Tupamaros en Uruguay, La ALN en Brasil, El MIR y el Frente Manuel Rodríguez en Chile, el MRTA y Sendero Luminoso en Perú, y por supuesto las FARC y el ELN en Colombia.

El Fracaso de la vía armada abrió precisamente el retorno del camino de las vías pacificas, legales y electorales tan condenas por Fidel y el Che en la Tricontinental de la Habana. El triunfo de Allende en Chile 1970, fue histórico por eso. Y aunque la Unidad Popular y el experimento chileno caerían en 1973, no por eso la vía se “cerró para siempre”. Aproximadamente 20 años después la izquierda volvería a ocupar posiciones de poder precisamente por esa vía: el caso del PRD mexicano, el Frente Amplio Uruguayo y el PT de Brasil.


Hay que agregar que sólo en Centroamérica, por el particularismo y los antecedentes de sus luchas, las guerrillas representadas en el nicaragüense Frente sandinista, el Frente Farabundo Marti del Salvador y la Unión revolucionaria guatemalteca, segarían dándole vida al ideal del “guerrillero heroico” y el “cielo por asalto”, y que finalmente lograrían en 1979 su primer y único triunfo: La Revolución Sandinista, que acabó la larguísima tiranía dinástica de los Somoza y sería la 2º revolución marxista exitosa en Latinoamérica. Esa misma revolución (que llego al poder 20 años después del triunfo de Castro y el Che en la Habana) es la única en Latinoamérica que se puede considerar realmente “heredera” o consecuencia directa de la Cuba ya que contó con la más total y abierta colaboración de ella durante su desarrollo y en los enfrentamientos que tendría luego con los Estados Unidos hasta 1990.



Pero precisamente el caso de Centroamérica, por único se convirtió en la excepción que confirma la regla, ya que la izquierda que hoy manda y está en el poder no lo hizo por una revolución armada y guerrillera.


(Continuamos proximamente)
¡Gracias por leerme!

Dantesol

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