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martes, 26 de abril de 2011

Autobiografía literaria de un hombre que no ama precisamente la literatura...


Esta es una contribución al Blog de Taller Literario: http://subrayandolaspalabras.blogspot.com/ del cual soy miembro.




Mi primer contacto con la literatura, entendida esta como el campo de la creación escrita de los sentimientos íntimos y la ficción, fue tardía y mediática.

Digo tardía, porque desde muy pequeño lo que siempre me interesó fue la Historia misma, es decir hechos reales y concretos, eventos o procesos de pura y cruda verdad o realidad verificable y cuantificable, con personajes de “carne y hueso”, nada de cantos del sentir profundo o construcciones de la imaginación, con personajes sublimes o descarnados… pero que nunca existieron, tan propios como son de la Literatura.

Y digo mediática porque soy de una de la generación de transición de fines del siglo XX y principios del siglo XXI en donde la televisión, el cine y luego más tarde internet, tendrán un peso fundamental y arrollador en el individuo.

No era la Venezuela de entonces, (años ’80 del pasado siglo) un lugar de muchas televisoras, pero las pocas que había dejaron su impacto en sus espectadores. Así pues mis primeros recuerdos que me conducirían a la Literatura empezaron por las pantallas de la TV.


Así pues, recuerdo cómo me impactó una miniserie llamada Shogun, (transmitida por una entonces nada polarizada ni politizada Venezolana de Televisión) basada en la novela histórica de un escritor inglés-australiano James Clavell, pero entre la Literatura y la Historia, terminó ganando la Historia, porque en vez de afanarme en buscar la novela y leerla, me quedé con la duda de saber si fueron reales los personajes y si lo que se dijo en la trama era verdad, así que fui directo a buscar en la biblioteca de la casa qué había sobre el Japón de verdad-verdad, el de la Historia real que inspiraba la mini serie televisiva.


Y así fue que me “reconcilié” con los libros, objetos que tanto he amado a lo largo de mi vida intelectual y personal, y que sin embargo me encontré con ellos de la manera más insólita posible: rayándolos y cortándolos. Resultó que estando muy pequeño, quizás de 4 años, me metí en la biblioteca de mi papá que era bastante numerosa y sin saber ni entender que eran esos raros objetos que estaban en los estantes, procedí a darles un poco de “forma y color” porque evidentemente había muchos libros sin ilustraciones que sencillamente me parecían "aburridos" tal como decía Alicia antes de entrar al País de las maravillas, descrito por Lewis Carroll. No sólo los rayé si no que al conseguir una tijera se me ocurrió darles “formas creativas”. Las consecuencias no se hicieron esperar: una soberana paliza me enseño a respetar esos extraños objetos. Y sin embargo en mi inocencia e ignorancia me preguntaba “¿cuál era el escándalo por eso?”.



La respuesta no se haría esperar: 1983 fue el año del Bicentenario de Simón Bolívar, fue también el año que entré a estudiar en mi colegio, La Salle y ambos acontecimientos fueron cruciales, pues la conmemoración bolivariana cargo el ambiente de hechos históricos por doquier, y no sólo la TV se llenó se series y eventos, sino que a los colegios, especialmente para los niños fueron llegando muchas publicaciones con historias
ilustradas de la vida y obra del gran personaje, mostrando batallas, uniformes, cosas esplendorosas que me cautivaron. A pesar de lo "ultra rayado" que hoy está, admiré a Bolívar desde entonces. Ya en esos años el dibujo me apasionaba, quería darle forma a mis garabatos y las primeras cosas que dibujé fueron samuráis y batallas y soldados de las guerras de independencia.


Por su parte, al entrar a un colegio religioso católico fue una experiencia muy enriquecedora, porque a diferencia de la mayoría de mis compañeros, yo si estaba muy pendiente de las clases de religión que nos daban, sobre todo (adivinen)… porque había un libro que se llamaba Episodios Bíblicos que no era más que comentarios de historias del Antiguo y Nuevo Testamento magníficamente ilustrados. Mientras la hermana o el hermano (los "curas" o los religiosos que daban clases) nos hablaban de las profundidades de la fe, yo estaba ya hundido en los grabados que estaban en los textos. Ni qué decir cuando vimos una película histórica sobre la vida del fundador del colegio, San Juan Bautista de la Salle ["El Señor de La Salle"] o cuando en una Semana Santa en casa vi Jesús de Nazareth de Franco Zefirelli: Creo que para un niño de imaginación volátil era como que mucho material para su mentecita inquieta…

Así pues cualquier texto que hablara de historia y estuviera bellamente ilustrado, ya fuera con fotos o con dibujos me conquistaba y me encantaba de inmediato. Dejé atrás mi fijación por los carros y me concentré por las cosas históricas, preferiblemente las militares.





Y es que ya había llegado Hitler a mi vida. Sí, Hitler. Me ruborizo al decirlo, pero 40 años después del fin de su reinado de terror, a mi, a un niño de apenas 5 ó 6 años de edad, ése hombre me parecía fascinante, pues lo que veía en los documentales en blanco y negro de la TV, me resultaba increíble, fabuloso, fenomenal, tal cual como las
aventuras de una estrella rock, un artista o un deportista para un fanático. ¡Uy Dios, que vergüenza!, pero era verdad. En unas vacaciones escolares fuimos al interior del país a casa de unos tíos maternos y lo primero que hice fue ir a la biblioteca: a mis manos llegaron unos excelentes libros profusamente ilustrados de la II Segunda Guerra Mundial y el III Reich, eran de las editoriales Anesa-Noguer-Rizoli y Plaza & Janés, respectivamente, llenas de mapas, fotos, diagramas e ilustraciones de las armas y las batallas. Para colmó trasmitieron en esos días una película llamada “El Bunker de Hitler” [en inglés se llamaba "Los últimos días de Hitler"] protagonizada por Sir Alec Guinness, ¡el Obi Wan de Star Wars! (que también me encantaba, por cierto) Y eso era como un momento místico para mi, sencillamente indescriptible.


Visto que pasaba más tiempo en la biblioteca con esos libros o viendo la TV los documentales en blanco y negro, me había perfilado ya como el típico niño nerd, que en vez de jugar afuera se encerraba a aprender cosas ya sabidas, por ello estos mismos tíos maternos tuvieron a bien regalarme lo que sería mi primer gran encuentro con la Literatura y justamente en las calves de mi gusto: libros ilustrados. Me regalaron una versión ilustrada para jóvenes en tres tomos de Don Quijote, editada por Planeta, junto con otros clásicos como Guillermo Tell de Schiller, La Canción de Navidad de Dickens, Tom Sawyer de Mark Twain, Aladino, Pulgarcito, etc.

Me las devoré rápidamente, más pendiente de los dibujos (que eran en estilo cómic) que de la trama misma, luego me prestaron una colección de varios tomos rojos, medio gruesos, sobre las obras de Julio Verne, que tenía la particularidad de ser mitad cómic y mitad texto normal, concentrándome yo por supuesto en la parte dibujada. Conocí pues el clásico 20 mil leguas de viaje submarino, el viaje al centro de la tierra, entre otros.


Podría decirse que me hice “culto” haciendo algo de trampas, porque ya a la edad de 9-10 años conocía lo esencial de ciertas obras literarias, pasando “la prueba de fuego” cuando una señora, muy amiga de la familia, maestra en Literatura para más señas, hizo unos comentarios sobre el Don Quijote en una conversación que tenía con mi mamá y mis tías durante su visita a nuestra casa, y yo de entrometido le dije que “eso no era así” y al preguntarme cómo sabía, le dije que me había “leído” la obra y a continuación comencé a relatarle episodios enteros de la obra de Cervantes. La sorpresa fue mayúscula y la equivocación también, pues habrán creído que con tierna edad me leí todo el clásico yo sólo. Eso lo haría 15 años después, cuando no había presión social ni nota del colegio encima que me obligaran a hacerlo y por ende me arruinaran poder disfrutarla.


Y es que sinceramente muy poco ha sido lo que he podido disfrutar por mi mismo de la literatura, ya que no se hizo campo de mis preferencias. En vez de cuentos infantiles o lecturas para jóvenes, prefería libros de Historia ilustrada para niños o manuales de Historia Universal y de Venezuela, que tuvieran muchos gráficos, esquemas, tablas y por supuesto ilustraciones. (Asi que no es de extrañar que uno de mis programas educativos infantiles favoritos fuera precisamente la serie "Érase una vez el hombre" el cual todavía disfruto mucho viendo ahora en DVD)




Y así fue, que a través de una imagen, sea plasmada en lienzo, fonografiada o audiovisual la Literatura se volvió una tributaria de la Historia en mi caso, porque a la hora de leer libros "serios" y sin dibujitos, los de hechos o procesos históricos, ya fueran políticos, militares y económicos ganaron por completo. También devoraba con genuino interés los artículos de las enciclopedias como la Barsa, Hispánica, Espasa-Calpe, Salvat o Larousse, que también acompañados por bellas ilustraciones, gráficos y esquemas didácticos me permitían ir leyendo infinidad de temas no únicamente históricos: Asi por ejemplo, supe que unas de las primeras novelas de la Historia fue japonesa, Gengi-Monogatari, nombre que desde que lo leí me resultó sumamente gracioso y todavía después de décadas de leerlo me acuerdo clarito. Así pues, gracias a esas lecturas enciclopédicas y también a los interesantísmos programas que me gustaba ver en la hoy extinta Televisora Nacional Canal 5, iba aprendiendo mucho, muchísimo, produciendose un genuino feedback, porque lo que veía y me interesaba en TV me llevaba directo a los libros, o visceversa, pues lo leído me daba base para comprender mejor los contenidos a veces complejos que transmitían ahí (Si, no era precisamente un canal "orientado a los niños", y a veces los programas hechos, que creo eran para viejos, me costaba entenderlos) Pero así se fue perfilando mi gusto intelectual, y la Historia, soberanemente, consolidó cada día más su peso en mí, haciéndome que ya desde bien jóven fuera de manera clara y decidida un completo Humanista. (con el respectivo horror a las matemáticas, je, je) Autores como Guilermo Morón, Ramón J. Velásquez, Manuel Caballero y Elías Pino Ituerrieta se fueron haciendo de mis primeras lecturas en Historia Nacional compleja, así como historiadores de manuales escolares como J.M. Siso Martínez, Alberto Arías Amaro o Aureo Yépez Castillo, mientras que del campo exacto de la literatura sólo leía los clásicos obligatorios del colegio: Ilíada-Odisea, Doña Bárbara, Romeo y Julieta o Cien Años de Soledad, entre otros. Ocasionalmente ojeaba poemarios como los de Neruda, y quizás la única cosa no histórica y sí literaria que abordaba con gusto eran las obras de humor de Aníbal y Aquiles Nazoa y "Otrova Gomas"(Jaime Ballestas) todos venezolanos. Pero la Literatura-Literatura en sí, estaba rezagada a pasar por el filtro de la Historia y a través de lo pictórico o lo audiovisual.


Así pues luego de ver en TV la miniserie Quo Vadis o Anno Domini y también películas de romanos como Ben Hur o La Túnica Sagrada, fue que me aventuré a leerme algunas páginas de las obras que le dieron vida a esas produccione
s cinematográficas, aunque de nuevo la historia terminó ganando: Me leí completito Los Doce Césares de Suetonio en una edición de bolsillo de la editorial Edime. Algo similar pasó con la película Sin Novedad en el frente, (la de los años ’70) conmovedor filme anti bélico que me hizo reflexionar mucho ante mi pasión por la guerra. Cuando supe que era un libro, lo busque y lo leí con interés,
pero al final, otra vez la Historia le ganaba a la Literatura, me hundí de lleno a estudiar todo cuando cayera en mis manos sobre la I Guerra Mundial.


Y así ha sido desde entonces: casi cualquier película histórica que sale o un filme que tiene su origen en algún libro, sea clásico o no de la literatura, es la historia detrás de la obra, o sea lo que inspira la trama, lo que resulta
interesándome. Así pasaría por ejemplo con El Exorcista, Las Sandalias del Pescador y Escarlata y Negro, películas que tiene su origen en best sellers literarios, en este caso ubicados en el campo de la religión, la importancia de la fe y la lucha del bien y el mal, y que en vez de hacerme ir por el libro, me hicieron interesarme en la importancia del estudio religioso, la historia del papado y la Iglesia Católica.



La lista entonces es incontable: El Padrino de Mario Puzzo, por ejemplo me hizo intersarme en la historia de la Mafia en EEUU gracias al filme de Francis Ford Copola, pasando de lado al libro, en cambio en otros casos como 1984 protagonizada por John Hurt y Richard Burton, me llevó a la obra homónima de Orwell, y después a profundizar sobre el totalitarismo y así tenemos más casos donde como dije, La Literatura se hizo simple tributaria de la Historia, y en este caso apoyada por el celuloide o la TV; La Guerra y la Paz, Farenheit 451, Doña Bárbara, Doctor Zhivago, Laurence de Arabia, Lolita, El nombre de la Rosa, Ricardo III, La Casa de los espíritus, Hamlet, El Señor de los Anillos o Harry Potter entre tantas que es imposible enumerar aquí...

De tal manera que aquellos polvos históricos trajeron estos lodos literarios, en los que actualmente me he empantanado por ser para mi un ambiente algo extraño, porque precisamente mi campo ha sido otro diferente al de las letras y en este breve y complicado ejercicio para mi, he hecho más un resumen de tipo cronológico que la breve narración que corresponde al género del Cuento, pero sin embargo, espero que al menos sin ser propiamente una pieza estrictamente literaria, haya servido al lector o al menos cautivado su atención.

Gracias

DATS

4 comentarios:

Website Hosting dijo...

Me gusta mucho tu blog .. colores muy agradable y tema. ¿Hizo usted mismo sitio web o que usted

contrata a alguien que lo haga por ti? Plz respuesta de nuevo como yo estoy buscando para crear mi

propio blog y me gustaría saber donde te tienen que esto. aplausos

Daniel Terán-Solano (Dantesol) dijo...

¡Saludos! Y
Muchas gracias por sus comentarios.
Pues el Blog lo creé personalmente yo, y con tiempo, esfuerzo y paciencia lo he venido manteniendo.
Al ser esto como una especie de "diaro de navegación" hay que ponerle dedicación propia: muy parecido al que se necesita para cuidar unad plantas, tener una mascota o para hacer una obra de arte.
Le invito a que cree el suyo y sobre todo Mucho éxito con su Blog.
Gracias Nuevamente...

juegos de carreras dijo...

Excelente post, muy bueno se agradece saludos.

Anónimo dijo...

ununicopost.blogspot.com