Anlisis del cuadro "El 19 de abril de 1810" de Juan Lovera, por la revista Memorias de Venezuela, Nº 2, Marzo-Abril 2008, la cual puede ser descargada aquí
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Ha llegado el día de conmemora los primeros 200 años del inicio de la Independencia nacional en Venezuela. Por tratarse de una fecha especial, nos hemos propuesto como homenaje, un análisis personal de esta fecha y sus implicaciones, pero dentro de un particular y novedoso punto de vista: La impopularidad de la independencia.
A continuación presentamos un extracto de lo que fue nuestro trabajo de licenciatura de grado en Historia, que versaba gran parte sobre la 1º República venezolana, la cual se inicia precisamente con el proceso del 19 de abril de 1810 y que a nuestro entender y a la luz de nuestras investigaciones sólo significo lo siguiente: La Aristocracia criolla toma el poder ante la pasividad de unas masas engañadas.
El cómo y el por qué, a continuación:
“La historia es bien conocida: ese día en Santiago de León de Caracas las principales autoridades españolas representantes del poder colonial son detenidas, destituidas y luego expulsadas, para ser sustituidas por una Junta de gobierno que extrañamente se llamará “Conservadora de los derechos de Fernando VII”, compuesta por un número significativo de criollos, es decir los hombres blancos nacidos en estas tierras, que además tienen la no poca significativa característica de ser los dueños reales del poder económico de esta provincia conocida como la Capitanía General de Venezuela (…)
“Un hecho espectacular salta a la vista y es que una casta social o grupo socio-económico toma el poder prácticamente en bloque y simultáneamente en casi todos los lugares de la provincia. Era el sueño de cualquier insurrección, motín o revolución y concretamente en la capital de la provincia se ejecutó con una pulcritud excelente digna de cualquier golpe de estado clásico (…)
“Al revisar los nombres de los ejecutores del movimiento del 19 de abril encontramos la presencia de la aristocracia caraqueña, los «mantuanos», muy claramente: excluyendo a los funcionarios españoles depuestos, (Emparan, Basadre, Martínez, Álvarez, García, Gutiérrez, De Anca) a los representantes de instituciones religiosas, (Mota, Romero Lanfranco, Rojas Queipo) a los escribanos, (Viaña y Santana) a un comerciante español, (Llamozas) y los recién incorporados como Madariaga, Ustáriz, Roscio y los dos Ribas, la presencia de los mantuanos caraqueños y sus allegados es clara. (…)
¿Y quienes son los estos mantuanos y sus allegados?. El historiador Manuel Pérez Vila nos da una breve semblanza de los que participaran en los hechos del 19 de abril:
“Francisco de Berrío: fiscal de la Real Audiencia. Cesó como fiscal, pero fue designado para ocuparse de los asuntos de Hacienda a los que atendía antes el intendente. Graduado en leyes. Abogado. No fue miembro de la Junta creada el 24 de abril.
Francisco Espejo: fiscal interino y oidor honorario de la Real Audiencia, cargos en que cesó al ser eliminado ese cuerpo. Graduado en leyes. Abogado. No fue miembro de la Junta creada el 24 de abril.
(...)
“Martín Tovar Ponte: alcalde de segunda elección del Cabildo Municipal. Pasó a ocupar una de las 2 Presidencias de la Junta constituida el 24. Hacendado.
Feliciano Palacios Blanco: alférez real del Cabildo Municipal. Vocal de la Junta. Hacendado.
José Hilario Mora: regidor decano del Cabildo. Vocal de la Junta. Letrado.
Isidoro Antonio López Méndez: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Comerciante.
Rafael González: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Letrado.
Valentín de Ribas: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Hacendado.
José María Blanco: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Hacendado.
Dionisio Palacios: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Hacendado.
Juan Ascanio: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Hacendado.
Pablo Nicolás González: regidor fiel ejecutor del Cabildo. Vocal de la Junta. Era boticario (farmacéutico).
Silvestre Tovar Liendo: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta. Hacendado.
Nicolás Anzola: regidor del Cabildo. Vocal de la Junta, que lo designó secretario de Gracia y Justicia. Abogado.
Lino de Clemente: síndico procurador municipal. Vocal de la Junta, que lo designó secretario de Guerra y Marina. Era teniente de navío retirado de las Fuerzas Navales españolas.
(...)
Nicolás de Castro: asistió al Cabildo en su condición de militar que gozaba de la confianza de los revolucionarios, quienes le confiaron, de momento, el mando de las Fuerzas Armadas. Era teniente coronel. Fue vocal de la Junta.
Juan Pablo Ayala: asistió en condiciones similares al anterior, a quien acompañó,
siendo nombrado segundo jefe de las Fuerzas Armadas. Era capitán.
Fue vocal de la Junta. (...)”.
(Pérez Vila, Manuel, [firmado M.P.V.] “Acta del 19 de abril de 1810” en Diccionario de Historia de Venezuela, segunda edición, tomo 1, Págs. 39 y 40. (Lo subrayado es nuestro)
La naturaleza aristocrática del movimiento es entonces clara. Una representación grafica del número de conjurados y su origen social sirve para ilustrar vívidamente quines llevarían la voz cantante este día.
“Todo se centra en su mayoría en el circulo hacendado-militar (donde casi todos son criollos) que asesorados de abogados han decidido el destino de la antigua Capitanía general. Y era lo más lógico, pues todo lo que ocurre acontece en el Cabildo, que bien sabido es la institución eminentemente municipal donde las principales familias tenían allí a sus representantes, y en la Sociedad colonial el carácter de “principal” lo daba la posición económica, misma que garantizaba un tipo de poder verdadero y de clara influencia sobre otros sectores del colectivo. (…)
“Es obvio que aquí en estos acontecimientos no ha habido Pueblo, sólo Elites. (…) Es así que tras esta clamorosa acción de unos, se nota la ausencia de otros actores, que también serán protagonistas. Uno que siempre es numéricamente mayor, pero socialmente considerado inferior. Hablamos de las masas populares, el Pueblo a secas. (…)
“Tras el ascenso de los blancos criollos en Caracas el 19 de abril el papel del Pueblo fue el de un discreto observador. Quizá no tenía mucho que hacer o decir puesto que los hechos cumbres no se decidieron en las calles (pese al evento de Salías y luego el famoso “no” de Madariaga) sino en los cerrados –literal y simbólicamente cerrados- salones del Cabildo caraqueño. (…)
“Así pues, mientras la iniciativa insurreccional estuviera en otras clases, la aristocracia colonial venezolana, se encontraría muy convenientemente al lado de las autoridades españolas. Pero cuando la iniciativa insurreccional estuvo del lado de los mantuanos, el efecto contrario se produjo con las otras clases y de manera más activa: el Pueblo respaldó enérgicamente al gobierno colonial español. (…)
“Era evidente que a partir de ese momento, [1808] el papel y el peso de las masas era un elemento muy importante a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones políticas en la Capitanía general de Venezuela, y por ello se hizo claro para los mantuanos que deseaban llegar al poder, que lo mejor y lo más sano era apartar al Pueblo de cualquier hecho… o mantenerlo engañado, pues estaba muy claro que las masas populares o figuras emanadas de ellas no eran para nada anti-realistas y si abiertamente pro-independentistas. (…)
“Efectivamente, para los acontecimientos que se preparan es así como el Pueblo va a quedar como un discreto, discretísimo –por no decir nulo- protagonista el 19 de abril de 1810, el cual va a ser hábilmente manipulado por los conjurados mantuanos. Ya que al Pueblo se le mantendrá quieto y a la expectativa de los acontecimientos, dándoles la información que gustosamente esperan oír… pero que no es la verdad. (…)
“Esto va a ocurrir porque se presentará un contexto político muy favorable para producir un cambio en la Capitanía General en donde las masas populares, inicialmente se manifestaran positivamente de acuerdo a dicho cambio. Un cambio que para las masas populares es sacar a los afrancesados y poner al poder a los leales al rey y que para los mantuanos es tomar el poder y gozar por fin del deseado auto gobierno. (…)
“En efecto, luego de los sucesos de 1808, el nuevo Capitán General de Venezuela es Vicente de Emparan, hombre tenido por afrancesado o partidario de los usurpadores franceses que ocupaban España. (…)
“Dicha situación alentó una impopularidad que favorecía cualquier acción conspirativa, como efectivamente se produciría a los meses de llegar al poder Emparan, una de ella es la llamada conspiración de la casa de la Misericordia en los inicios de 1810. Entonces, de ese mismo clima de impopularidad hacia un funcionario desleal al Rey podía sacársele un inmenso provecho y quienes supiesen administrar y manejar el contexto, el sentimiento y el lenguaje de las masas, para lograr sus propios propósitos, obtendrían ganancias maravillosas. Y a eso llega el 19 de abril de 1810. (…)
“Así pues, la historia más allá de lo evidente del 19 de abril de 1810 cobra forma. Un impresionante acto de engaño político (…) donde se puede observar que el Pueblo o las masas populares, otro importante protagonista del quehacer histórico, no estaba abiertamente consciente de los pasos dados a través de la élite mantuana, sino que se encontraban creyentes de otra realidad. (…)
“Por ello podemos explicar clara y responsablemente que el extraño término de la Junta CONSERVADORA DE LOS DERECHOS de Fernando Séptimo obedecía más a motivos internos que externos, puesto que sí se consideraba a España perdida y sin dirección, no debía temerse ninguna represalia. El motivo de darle nombre “Conservadora” a la Junta obedecía visiblemente, según nuestra investigación a calmar los ánimos, sospechas o cualquier suspicacia de las masas populares, pues era el Pueblo el que con su enorme numero el principal peligro para los planes mantuanos del autogobierno, ya que la masa con fervor en 1808 había salido a defender a su Rey y en el mismo 1810 se había regocijado por un acto que según ellos estimaban le hacía justicia también a su rey. Por lo tanto era muy necesario para los mantuanos ahora convertidos en autoridades tener bien ganada la confianza o tranquilidad del Pueblo, ya que el verdadero mayor peligro no estaba ni en Cádiz, la Península ni en puerto Rico, sino en las innumerables masas de pardos, mulatos, negros, canarios y mestizos que constituían la Plebe en Caracas y la Capitanía de Venezuela de 1810 y que era mayoritariamente leales al Rey y su gobierno. (…)
“Las masas populares, “el populacho” están creyendo simplemente que unos funcionarios molestos, odiosos y antipáticos son sustituidos y que en ningún momento se estaba gestando un movimiento tendiente a alejar a Venezuela del rey Fernando VII. El pueblo veía que estaban sacando a los afrancesados (los peores traidores), no veía ni de casualidad una separación del Rey o de la Monarquía española. Para la masa lo de menos era quién o quienes iban a sustituir al Capitán General y las autoridades, lo importante era salir de ellos. Nuevamente cobra vida una vieja consigna, la del Viva el Rey, muera el mal gobierno. Y los conjurados mantuanos del 19 de abril le están haciendo creer al pueblo que ellos están matando al mal gobierno de Emparan a nombre, precisamente de Su majestad el rey. Por eso el Pueblo celebra inicialmente en un papel de discreto observador. (…)
“Pero como también ocurre en la vida misma, los engaños no son perpetuos. (…)”
Tomado de:
Daniel Terán-Solano, “¡Viva el rey, abajo los mantuanos! (La impopularidad hacia la independencia)” Trabajo de grado presentado en la Escuela de Historia de la UCV, Caracas, 2007.
Espero que esta investigación de luces al respecto, alimente los debates históricos sobre el pasado y el presente y también sirva para cumplir un poco la promesa que hicimos hace un año, de colocar más en este Blog, más articulos sobre la Historia venzolana a raíz del bicentenario.
¡¡¡Gracias por leerme!!!
Dantesol
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