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viernes, 11 de septiembre de 2009

11 de septiembre: entre Allende y Bin Laden


El 11 de septiembre posee ahora toda una significación global tras los suicidas atentados terroristas en Nueva York y Washington que dieron inicio a lo que sería denominado la “primera guerra del siglo XXI”: la escalada contra las organizaciones radicales que imponen sus puntos de vista a sangre y fuego por medio del terror. La más famosa de ésa organizaciones resultó ser Al Qaeda, grupo extremista musulmán que financiado por el multimillonario Saudita Osama Bin Laden, decidió realizar la guerra contra occidente, tomando a los Estados Unidos como su principal blanco.

Las embajadas norteamericanas en África sur oriental fueron los primeros blancos confirmados de Al Qaeda contra los intereses estadounidenses, luego el destructor “Cole” y finalmente el World Trade Center y el Pentágono en New York y Washington respectivamente, fueron testigos de una furia anti-occidental, que acumulando las justas demandadas que podrían tener los pueblos árabe-musulmanes contra el Occidente, mezcló eso con el fanatismo religioso y el extremismo político de quienes se creen llamado a “redimir, salvar y liberar” a sus pueblos (sin que nadie se los haya pedido o elegido para tal fin) creando entonces una espiral de dolor y violencia, que conoció nuevos episodios en Madrid, Londres, Yakarta, Bali y Mumbay.

Un problema añejo se volvió de manera impactante muy actual, y lo que se conocía como algo local ahora era peligrosa y palpablemente global. Y es que el terrorismo era bien conocido en el siglo XX: Hablar de eso era recordar la OLP, el IRA, la ETA, Sendero Luminoso, Las Farc, Hizbolá, las Brigatas Rossas o la Fracción del Ejercito Rojo, entre otros tan famosos, pero precisamente esos grupos “pone bombas” y “secuestra aviones” eran conocidos por ser grupos nacionales o regionales. Ahora el terrorismo era internacional, agrupaba a facciones que se unían en un propósito común contra un enemigo igual, por tanto ningún lugar quedaba seguro o exento de la acción terrorista y ya no había tierras neutrales en este conflicto, donde el enemigo no se distingue fácilmente y se mimetiza dentro de la siempre inocente población civil.

Una consecuencia lamentable de esta situación es que en el mundo occidental, puso en primera línea para la defensa a sectores y personajes muy controvertidos… y si se quiere, lamentables, quienes valiéndose del argumento de “estar en una guerra” estaban dispuestos a hacer “lo que fuera” para ganarla o mantener a salvo a sus países. La figura más prominente de ese sector, el de los neo conservadores, fue George W Bush, quien tuvo la desgracia de ver su recién iniciado mandato el ataque de Al Qaeda, pero que se aprovechó de ello para tratar de imponer a su vez, su modo de concebir el mundo, incluso dentro de su país, tachando de “anti patriotas” a los que no cerraran filas alrededor de TODOS los actos que se hiciera en la “guerra contra el terrorismo”. El vicepresidente Dick Cheney y el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, miembros también del gobierno Bush, se convirtieron también en símbolos vivientes de esas figuras obsesivas con la seguridad y el orden, que en su lucha contra el extremismo terroristas, sólo estaban dispuestos a responder con igual extremismo sacrificando incluso la legalidad y la libertad.

Creo que la respuesta al terrorismo global que se inauguró con Bin Laden un 11 de septiembre de 2001, no puede ser respondida exclusivamente en los mismos términos de los radicales, porque aún venciéndolos en el campo de las armas, al imitar sus métodos, los haríamos triunfar: porque lograron entonces el propósito que se plantearon: destruir a Occidente. Y creo que los valores superiores que siempre ha blandido el mundo occidental en cuanto a la Libertad, la Igualdad, la Justicia y la defensa de los Derechos Humanos, quedarían totalmente destruidos, si se siguen repitiendo vergüenzas como las que se vieron con una caprichosa e ilegal invasión a Irak, los excesos en la cárcel de Abu Grahib, los vuelos secretos de la CIA y el trato a los presos de Guantánamo.

Pero también el 11 de septiembre tiene una significación muy especial y particular para los Latinoamericanos. Es la fecha de la muerte de una democracia: el del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende e inició la larga dictadura militar de Augusto Pinochet. Al igual que lo que vinimos diciendo con lo del terrorismo, en Chile pasó algo similar: al extremismo se le combatió con igual o peor extremismo. Y las consecuencias aún se lamentan en el país austral.

La sólida democracia chilena que ya había aguantado los tres años de agitación del gobierno de Allende, sucumbió finalmente en una crisis golpista que tenía también a Allende como responsable, pero no él único responsable.

Chile tenía una larga tradición democrática, que le había permitido erigirse como un modelo institucional en la región: pocas guerras civiles e internacionales, así como escasa dictaduras o caudillismos, habían convertido al país en una especie de “isla” de estabilidad que era famosa tanto como su progresista sistema educativo y sus literatos (el primer Premio Nobel latinoamericano fue de la chilena Gabriela Mistral, en 1945. La imágen a la derecha)

Sin embargo, el problema social en Chile ponía de manifiesto muchas desigualdades que alentaban por un lado el vacío del régimen (pues una democracia sólo funciona con el apoyo entusiasta de los Pueblos) y por otro lado el surgimiento de grupos radicales que proponen soluciones extremistas. La ausencia de soluciones efectivas por parte de la clase política tradicional chilena, terminó alentando el crecimiento de ésos grupos que captaron para su prestigio a figuras respetables como Salvador Allende, un político de profesión y no de agitación, de trayectoria parlamentaria y conocido en Iberoamérica (fue gran amigo de Haya de la Torre y Betancourt, así como de la República española)

Así llega al poder en 1970 la Unidad Popular, que sería el primer gobierno marxista en el occidente en establecerse por medio del voto. Pero por muchos años sería el único. La incompatibilidad entre la democracia liberal clásica y el marxismo dirigido desde el poder ejecutivo sería permanentemente palpable y ésa conflictividad iba a signar el fin de la histórica tradición democrática chilena.

Allende cometió la gravísima equivocación (unos creen que ingenua, otros piensan que premeditadamente) de aceptar el apoyo, las ideas y las acciones de cuánto grupo extremista contribuyera a la construcción de la “vía chilena al socialismo”, y así la aplicación de la cartilla o el manual para hacer ese socialismo, sólo terminó polarizando a una sociedad que tenía ya muchos problemas de desigualdad y tensiones sociales, creando un peligroso cuadro explosivo que poco a poco se fue agravando.

Al extremismo de grupos radicales como el MIR, sectores extremistas del Partido Socialista y del Comunista, se sumó la inacción de Allende para contenerlos y su permanente consultadera con Fidel Castro, (alguien que sabía mucho de revolución pero no de prácticas democráticas) lo cual alentó al nacimiento y fortalecimiento de una reacción extremista de grupos de la derecha chilena (congregados en el Partido Nacional y en "Patria y libertad") que no dudaron en responder con agitación y más violencia. Atentados, violencia callejera, toma de fábricas, huelgas, escasez de alimentos, problemas diplomáticos con Estados Unidos, tensión con compañías transnacionales e intervención extranjera a través de la CIA y del gobierno cubano se hicieron aspectos cotidianos en los tres años del gobierno de la Unidad Popular.

Ese clima de permanente descomposición política allanó la muerte de la democracia Chilena, que con el objeto de “salvar al país” hizo que los militares derrocaran a Allende de la manera más violenta posible, entronizando luego en el poder a uno de los hombres más polémicos de la historia Latinoamericana: Augusto Pinochet. Los sectores que realmente creían que la crisis extrema que vivía Chile podía solucionarse con una “solución extrema” se jugaron una lamentable carta en la historia latinoamericana: El golpe de Estado militar, el cual siempre deja funestas consecuencias la más de las veces. Chile no fue una excepción a eso: Y para salvar al país se decidió entonces también matar a la democracia. Tarde se darían cuenta los chilenos que “No se puede salvar un barco de las locuras de su capitán, incendiando al barco o queriendo hundirlo


Particularmente pienso que aquí “el remedio fue peor que la enfermedad” pues, las Fuerzas Armadas chilenas no devolvieron el poder sino 17 años después y la cantidad de muertos, desaparecidos y exiliados dejó una desgarradora tragedia de proporciones similares a la de la Guerra Civil Española en el ámbito del mundo Iberoamericano.

Y esa es la Historia que hay detrás de cada 11 de septiembre, que hace que estos eventos tan aparentemente inconexos se unan: las consecuencias del extremismo, todas y todos las pagamos, y no podemos responder con más radicalismo a la intransigencia de otros. La actitud de Bin Laden no le ha traído ni la libertad ni la felicidad a sus hermanos musulmanes, y lejos de solucionarles algo con Occidente, sólo ha problematizado más las cosas, permitiendo darle impulso a posturas más radicales aún en figuras como Bush, Cheney y Rumsfeld, quienes sólo prolongan el círculo vicioso de la guerra y el conflicto entre civilizaciones. El Idealismo irresponsable de Allende, aunque cargado quizás de las mejores intenciones se mostró ciego y dogmático al intentar imponer “su verdad” a una sociedad que precisamente no necesitaba más divisiones para superar sus desigualdades. El renunciar a los diálogos y los consensos de una democracia de tradición como la que tenían y enfilarse en cambio hacia los caminos extremos de la pugna y la batalla, llevó todo a un callejón sin salida que se saldó no solo con la muerte de Allende sino la de miles de chilenos y su tan ponderada y respetad democracia.

La Historia nos enseña que al recordar estos eventos no debemos concentrarnos únicamente en la descripción de “lo que pasó”, sino enfocarnos más en el análisis del “por qué pasó”, dejando a un lado las culpabilizaciones-victimizaciones, ya que la utilidad de la Historia al invitarnos a conmemorar los hechos del pasado es una invitación para aprender todos y no olvidar los errores cometidos, y saber qué se puede hacer ante entre todos con situaciones similares, trascendiéndolas de manera constructiva para el bien de todos.

¡¡¡Gracias por leerme!!!


Dantesol



Para Saber más:

Wikipedia:

http://es.wikipedia.org/wiki/Atentados_del_11_de_septiembre_de_2001

http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_estado_de_11_de_septiembre_de_1973

http://es.wikisource.org/wiki/Carta_de_Eduardo_Frei_Montalva_a_Mariano_Rumor,_Presidente_de_la_Uni%C3%B3n_Mundial_de_la_Democracia_Cristiana

http://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_de_los_Trece

Períodicos en Línea:

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2003/chile_y_el_recuerdo_de_un_golpe/default.stm

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2006/11_de_septiembre/default.stm

http://www.elpais.com/todo-sobre/tema/atentados/septiembre/44/

http://www.talcualdigital.com/Especiales/Viewer.aspx?id=25438

http://www.noticias24.com/enfotos/galerias/vista/700/11-s:-las-imágenes-del-día-en-que-el-mundo-se-estremeció

http://www.elmundo.es/elmundo/2004/graficos/sep/s2/11s11m.html

http://www.elmundo.es/especiales/2006/09/internacional/11s/otros.html

http://www.elmundo.es/especiales/2002/12/internacional/alqaeda/

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/12/10/internacional/1165772627.html

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