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viernes, 26 de diciembre de 2008

NAVIDAD

Desde un punto de vista histórico no sabemos con exactitud ni precisión si es cierto que ésta hermosa conmemoración que celebramos año tras año ocurrió en diciembre, y concretamente en la media noche del 24 y primera hora del 25. Nada dicen los cuatro evangelios que nos hablan de Jesús sobre fechas y sin embargo esta es una de las pocas, poquísimas fechas que hacen congregar al ser humano hacía sus más positivos y si se quiere bondadosos sentimientos.



Quizás dirán algunos que se celebra una tontería al conmemorarse equivocademente un evento en la fecha que no es: nadie celebra su cumpleaños 6 meses antes o después (aparte de los ateos o no religiosos, que dirán que celebramos algo que nunca existió) pero no se trata de centrarse únicamente en el hecho histórico para entender, comprender y vivir la navidad. Pese a que el Cristianismo es la religión más histórica de las que existen en el mundo, o al menos de las religiones monoteístas, también es una religión y esto implica apoyarse en la Fe, en la creencia ciega pero también irracional que no puede ser penetrada ni tampoco distorsionada por la racional forma de comprender los hechos, personajes y procesos de la moderna ciencia histórica.

Así pues, y no exenta de algún manejo político de la Iglesia Católica la fecha de la llegada del Mesías cristiano vino a coincidir con un período universalmente utilizado por otros pueblos y culturas para celebra el fin de un ciclo anual y la llegada de otro: En Grecia y Roma se celebraban los solsticios de Capricornio o "sol invictus", tal como hacían -dentro de sus variedades propias- celtas, germanos, eslavos, egipcios y escitas. También pueblos orientales como los persas en su religión mazdaísta celebraban el nacimiento de Mitra y los judíos tenían su pascua especial por los macabeos, el Hannukah. (y cuando Europa llegue a América encontrará que Mayas y Aztecas tenían la última semana del año, la misma de navidad, como días ceremoniales importantísimos) Por ello esta gran celebración, aunque tenga un origen religioso muy particular va a recoger de algún modo el sentir del mundo conocido y por conocer, haciendo que la navidad pudiera ser considerado -aunque suene exagerado- como el primer gran fenómeno globalizador de la humanidad.

Por lo tanto, apoyada más en la tradición que en los hechos probados de la Historia, durante cientos de años, las personas del mundo occidental -y no pocas del mundo oriental- se congregan a partir del último mes del año, Diciembre a remembrar el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, el Dios vivo hecho hombre para salvar a la humanidad. Dicho acontecimiento sirve para que muchos se dediquen a reflexionar y hacer recuento de todo el lapso previo de 11 meses que han recorrido y otros también para recogerse pero no únicamente por motivos religiosos, sino porque el pago de ingresos extras (bonos, aguinaldos o utilidades) les permite recogerse pero en medio de compras frenéticas o alocadas vacaciones.


Y es precisamente la última semana del año, aquella que va del 24-25 al 31 de diciembre-1º de enero, la que es el centro de todos nuestros esmeros, sean justificados por la Fe o las ganas de descansar y celebrar a lo grande lo que le va confiriendo a esta celebración un carácter muy hermoso y fraterno: muchas hacen con pasión su nacimiento o pesebre, otros decoran su árbolito navideño, no pocos buscan los mejores trajes y zapatos para lucirlos en estreno, a la par que se consiguen -o se hace lo posible por conseguir- infinidad de regalos para satizfacer las más diversas preferencias y gustos de familiares, amigos, compañeros y conocidos. En ese mismo ambiente se cuentan por montones los que arreglan su casa, realizan remodelaciones y potencian sus vehículos o equipos electrónicos. Y esa actitud de cambio y renovación es lo que invita a otros tantos a buscar promover reconciliaciones y acuerdos con personas cercanas o no con la cual en el transcurso del ciclo de los 11 meses anteriores (o más atrás) se tuvieron serias distancias, diferencias o enfrentamientos.


He ahí la magia de la Navidad, fecha de reflexión, de recuento, de regocijo y también recogimiento, que quizás no deba su origen al mes de Diciembre, pero que por el peso y la influencia de la Tradición en los fieles se asentó con firmeza en estos días para que por igual Mujeres y Hombres, Niños, Jóvenes y Viejos compartieran lo mejor de si con la esperanza siempre presente de ser cada vez, cada año, mucho mejores.


A todos esos Hombres y Mujeres, de todas las edades y sin importar su religión, de todas la razas, condiciones sociales y ubicación geografía reciban de este humilde blogero historiador su más sincero y sentido mensaje de deseo porque tengan UNA FELIZ NAVIDAD Y UN MUY FELIZ AÑO NUEVO 2009, y que el buen amigo Jesucristo (el cumpleañero de las navidades) los acompañe y los apoye siempre en todo momento.


¡Gracias por leerme!

Dantesol

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