Se fue 2017, llegó 2018

Se fue 2017. Fue un año terrible en muchos, muchos sentidos: Venezuela sufrió la opresión tiránica de quienes por  aferrarse al poder destruyeron la República y los últimos vestigios de legalidad y democracia, y que se manifestó en una impúdica represión que dejó el saldo de más de 150 muertos, la instalación fraudulenta de un suprapoder inconstitucional y la anulación del voto como arma de lucha cívica. 

Hemos visto el retorno de formas y procedimientos que creíamos superados en nuestra Historia. A todo esto se suma la peor crisis económica en un siglo que hizo que el hambre y las enfermedades se cebaran contra este pueblo y conociéramos los efectos, inéditos en nuestros anales, de la hiperinflación. Socialmente estamos en una franca descomposición y el estado pre-anómico que nos azota, nos hace sentir que hemos retrocedido a niveles que también creímos que habíamos dejado atrás hace mucho, mucho tiempo. 

Ha sido un año de martirio y expiación, esperemos entonces que 2018 sea un año de rectificación, de propósito de enmienda, de lucha y resistencia, no de resignación ni rendición. La Historia es cambio, y cuando las personas entienden que tienen la facultad de decidir su propio camino, pueden avanzar. Hagamos uso del libre albedrío y hagamos uso de nuestra conciencia. Tenemos que cambiar todo lo malo que nos aqueja y luchar por alcanzar lo bueno. ¿Cómo? Cumpliendo con nuestros deberes, desarrollando mejor la solidaridad, atendiendo correctamente a nuestras obligaciones donde seamos útiles, defendiendo nuestros derechos y sobretodo reclamando ante las injusticias, no callando ni mirando a otro lado cuando ocurran, y especialmente: sembrando entre la gente la esperanza, el ánimo de que no sólo podemos cambiar las cosas, sino que DEBEMOS cambiarlas a mejor. No debemos conformarnos con esto que está mal, pues podemos y debemos vivir mucho mejor.

Debemos cultivar la esperanza porque la vida no es un sólo ensayo para la muerte y me parece cruel e irresponsable sembrarle solo pesimismo a la gente, condenándolos a vegetar en esta existencia porque “la vida es dura y siempre ha sido así”. Mientras tengamos mente para pensar, corazón para sentir y manos para hacer, tenemos mucho por construir: tendremos la fuerza necesaria para cambiar e impedir que el maléfico designio que se teme en 2018 se imponga sobre nosotros. 

2018 se avizora como un año muy difícil, lleno de tormentas, pero sólo en nuestras manos está la posibilidad de hacer que sus efectos sean más leves y no más catastróficos que los temidos. Es necesario pues que 2018 sea el año del viraje, del cambio, de que podamos ver la salida, o al menos, el principio del fin de este régimen si es que en verdad se desea dar solución a la grave crisis que sufrimos. El fin de esta dictadura es la clave para la reconstrucción del país, para que haya alimentos en los estantes, medicina en farmacias y hospitales, seguridad en las calles, trabajo para la gente y prosperidad en todas las actividades productivas. Para ello tenemos que despertar la ciudadanía dormida de este pueblo y hacerla participar en todo lo que está pasando, pues la masiva postración y pasividad que existe es lo que realmente nos está matando. Tanto como el pesimismo inoculado y el miedo inducido que nos paralizan, y a su vez refuerzan a los que nos oprimen desde el poder. Si no rompemos esas condiciones, 2018 será aún peor que 2017.

Y creo que debe ser un firme propósito de año nuevo que nunca, NUNCA vuelva a faltar en ninguna mesa de un hogar venezolano ni un plato típico ni ningún otro miembro de la familia, separado por la terrible crisis que nos legó 2017. Que esta sea la última Navidad en tiranía, con hambre, pobreza y escasez en nuestra tierra. 2018 tenemos que hacerlo mejor que 2017.

¡¡¡Muchas gracias por leerme!!!

Dantesol

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Para leer más sobre el 2017 que terminó en Venezuela:

-Resumen de Contrapunto

-Resumen de BBC Mundo

-Resumen de El Universal (hechos políticos)

-Resumen de El Interés (hechos económicos)

-Resumen de Agencia EFE (vía El Estímulo)