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sábado, 9 de marzo de 2013

Chávez (1954-2013) en dos visiones




Aprovechando la mención del amigo politólogo, profesor universitario y colega historiador, Carlos Balladares transcribo aquí los textos de los analistas Enrique Krauze, historiador y liberal mexicano y de Jon Lee Anderson, periodista y militante de izquierda norteamericano, quienes nos ofrecen dos visiones, dos balances de Hugo Chávez, el finado y polémico presidente de Venezuela por casi quince años.

Enrique Krause:
"Un amanecer distinto para Venezuela"


Tenía una concepción binaria del mundo. Veía el mundo dividido entre amigos y enemigos, entre chavistas y “pitiyanquis”, entre patriotas y traidores. En libros y ensayos reconocí su vocación social. Creo que la democracia latinoamericana no podrá consolidarse sin Gobiernos que, junto al ejercicio de las libertades y el avance de la legalidad, busquen formas efectivas y pertinentes de apoyar a los pobres y marginados, a los que no han tenido voz y apenas voto. Pero una cosa es la vocación social y otra es la forma en que se practica esa vocación. Obsedido por una anacrónica admiración del modelo cubano (y por la ciega veneración de su caudillo eterno, a quien muchas veces llamó “padre”), Hugo Chávez desquició las instituciones públicas venezolanas, desvirtuó y corrompió a la compañía estatal PDVSA y protagonizó lo que quizá sea el mayor despilfarro de riqueza pública en toda la historia latinoamericana. Pero siendo tan graves sus errores económicos, palidecen frente a las llagas políticas y morales que infligió a su país.


Chávez no solo concentró el poder: Chávez confundió —o, mejor dicho, fundió— su biografía personal con la historia venezolana. Ninguna democracia prospera ahí donde un hombre supuestamente “necesario”, imprescindible, único y providencial, reclama para sí la propiedad privada de los recursos públicos, de las instituciones públicas, del discurso público, de la verdad pública. El pueblo que tolera o aplaude esa delegación absoluta de poder en una persona, abdica de su libertad y se condena a sí mismo a la adolescencia cívica, porque esa delegación supone la renuncia a la responsabilidad sobre el destino propio.

El daño mayor es la discordia dentro de la familia venezolana. Nada me entristeció más en mis visitas a Caracas (nada, ni siquiera la escalada del crimen o el visible deterioro de la ciudad) que el odio inducido desde el micrófono del poder contra el amplio sector de la población que disentía de ese poder. El odio de los discursos, de las pancartas, de los puños cerrados; el odio de los arrogantes voceros del régimen en programas de radio y televisión. El odio de las redes sociales plagadas de insultos, calumnias, mentiras, teorías conspiratorias, descalificaciones, prejuicios. El odio del fanatismo ideológico y del rencor social. El odio cerrado a la razón e impermeable a la tolerancia. Esa es la llaga histórica que deja el chavismo. ¿Cuánto tardará en sanar? ¿Sanará alguna vez? Es un verdadero milagro que Venezuela no haya desembocado en la violencia partidista y política.

Desde hace unas semanas, al agudizarse la enfermedad de Chávez, anticipé su inmediata y tumultuosa santificación. Así ocurrió con Evita Perón en Argentina, pero dada la tradición caudillista de Venezuela, la sacralización de su figura será más honda y permanente. Hugo Chávez ha logrado la inmortalidad que soñó siempre. En el alma de muchos de sus compatriotas (y de no pocos simpatizantes en América Latina) compartirá las glorias del Libertador. Hasta el comandante Fidel Castro podría sentirse desplazado, víctima de un suave pero implacable parricidio.

¿Qué ocurrirá ahora, tras su muerte? Toda conjetura es riesgosa y todo puede pasar, hasta la división interna entre el ala ideológica y militar del chavismo o el triunfo de la oposición. Con todo, es probable que el sentimiento de pesar, aunado a la gratitud que un amplio sector de la población siente por Chávez, faciliten el triunfo de un candidato oficial en unas eventuales elecciones. A ello contribuirán también los órganos electorales, fiscales, judiciales y —en parte— los legislativos, que seguirán en manos del chavismo. Su retrato, su silla vacía, su imagen retransmitida interminablemente, acompañarán por un tiempo al nuevo presidente. Pero todos los duelos tienen un fin. Y en ese momento todos los venezolanos, chavistas y no chavistas, deberán enfrentar la gravísima realidad económica.

Los indicadores de alarma son del dominio público. El déficit fiscal es del 20% del PIB, unos 70.000 millones de dólares. El tipo de cambio oficial de poco más de 6 bolívares por dólar, se triplica en el mercado negro. La inflación, por varios años, ha sido la más alta de la región. El desabasto (originado por el desmantelamiento de la planta productiva, el éxodo de la clase media profesional y la crónica falta de inversión) se ha convertido casi en una tradición venezolana. Hay una aguda carestía de divisas. ¿Cómo explicar que un país que en la era de Chávez ha percibido más de 800.000 millones de dólares por ingresos petroleros presente cuentas tan alarmantes?

Buena parte de la explicación está en el petróleo. En 1998 Venezuela producía 3,3 millones de barriles diarios y exportaba (y cobraba) 2,7 millones de barriles diarios. Ahora la producción se ha desplomado a 2,4 millones de barriles diarios, de los que solo cobra 900.000 (los que vende a Estados Unidos, el odiado imperio). El resto que no se cobra se divide así: 800.000 van al consumo interno, prácticamente gratuito (y que provoca un jugoso negocio de exportación ilegal); 300.000 se destinan a pagar créditos y productos adquiridos en China; 100.000 se restan por importación de gasolina; y 300.000 van a países del Caribe que pagan (si es que pagan) con descuentos y plazos amplísimos; o simbólicamente, como Cuba, que paga sus 100.000 barriles con el envío de personal médico, educativo, y policial (y se beneficia del petróleo venezolano al extremo de reexportarlo).

Un presidente chavista deberá enfrentar esta realidad y encarar al público. Pero ese mandatario ya no será Chávez, el hipnótico Chávez, Chávez el taumaturgo, el líder que lo explicaba todo, lo justificaba todo, lo amortiguaba todo. La gente reaccionará a esas situaciones con indignación: culpará a los chavistas de no estar a la altura de su legado, dirá “Chávez no lo habría permitido”, “Chávez lo habría resuelto”. Llegado ese punto, el propio régimen chavista podría persuadirse de la necesidad de un diálogo conciliatorio que ahora parece utópico. Y ahí podría abrirse una oportunidad tangible para la oposición.

Después de largos años de inconsistencias, omisiones y errores, la oposición venezolana ha estado unida, eligió a un líder inteligente y valeroso (Henrique Capriles) y tuvo un buen desempeño en las elecciones: recabó casi siete millones de votos. Durante la agonía de Chávez, sin dejar de alzar la voz de protesta, la oposición mostró una notable prudencia que debe refrendar en estos días de duelo y crispación. Si la oposición —que ha esperado tanto— conserva la cohesión y la presencia de ánimo, podría avanzar en las siguientes elecciones (legislativas, regionales, presidenciales) y recuperar las posiciones que ha perdido. En ese despertar, una fuerza latente deberá despertar también: los estudiantes. Tuvieron un papel clave en el referéndum de 2007 (que impidió la conversión abierta de Venezuela al modelo cubano) y quizá lo tengan una vez más ahora.

Si bien nadie puede descartar los escenarios de violencia, no los preveo. Por el contrario: creo que con el fallecimiento del gran caudillo mesiánico (“redentor”, lo llamó abiertamente el propio Maduro) Venezuela deberá encontrar, tarde o temprano, cauces de concordia: si en los tres lustros de Chávez la violencia verbal no se desbordó en violencia física, es razonable esperar que no estalle ahora. Y el cambio podría ser contagioso: Cuba, la Meca del redentorismo histórico, el único estado totalitario de América, podría reformarse también como Rusia y China lo hicieron en su momento. Toda la región podrá oscilar entonces entre extremos políticos no radicales: regímenes de izquierda socialdemócrata, y Gobiernos de economía más abierta y liberal. Y para que el tránsito sea menos accidentado, Estados Unidos haría bien en dar señales inéditas de sensatez, levantando por fin el embargo a Cuba y cerrando definitivamente las cárceles de Guantánamo.

El siglo XIX latinoamericano fue el del caudillismo militarista. El siglo XX sufrió el redentorismo iluminado. Ambos siglos padecieron a los hombres “necesarios”. Tal vez en el siglo XXI despunte un amanecer distinto, un amanecer plenamente democrático."

(Previamente publicado en el periódico El País y la revista Letras Libres)



John Lee Anderson:
"Postdata: Hugo Chávez, 1954–2013" 


"El presidente venezolano Hugo Chávez Frías, quien murió de cáncer hoy martes a la edad de cincuenta y ocho años, fue uno de los líderes más provocadores en la escena mundial durante los últimos años. Su muerte se produjo después de meses en los cuales su estado de salud fue un misterio nacional, un tema de ofuscación y de rumores. Chávez pasó el primer día de su segundo mandato en una cama de un hospital en Cuba. El vicepresidente Nicolás Maduro, quien hizo el anuncio, es uno de los políticos que ahora maniobra para controlar a Venezuela, donde se deben llevar a cabo elecciones dentro de treinta días.

Quien fuera alguna vez un paracaidista militar, estuvo dos años en prisión después de haber liderado un fallido golpe militar contra el gobierno de Venezuela en 1992. Chávez salió de la cárcel, luego de una amnistía, con determinación renovada para alcanzar el poder y buscó el apoyo del veterano comunista cubano Fidel Castro para hacerlo. En 1998, Chávez ganó las elecciones presidenciales en Venezuela con la promesa de cambiar las cosas en su país para siempre, de arriba a abajo. Desde el día en que tomó posesión, en febrero de 1999, se dedicó a hacer precisamente eso. Deja un país que, de alguna manera, nunca volverá a ser el mismo y que, de otra, es la misma Venezuela de siempre: un país rico en petróleo, pero desigual socialmente, con un gran número de sus ciudadanos viviendo en algunos de los barrios más violentos de América Latina.

A su favor hay que decir que Chávez se dedicó a tratar de cambiar la vida de los pobres, quienes eran sus más grandes y fervientes seguidores. Comenzó a golpe de martillo gracias a una nueva Constitución y cambiando el nombre del país. Simón Bolívar, quien luchó para unir a América Latina bajo su gobierno, fue el héroe de Chávez. Por él cambió el nombre del país a República Bolivariana de Venezuela y, posteriormente, dedicó una gran cantidad de tiempo y recursos a forjar lo que llamó la “Revolución Bolivariana”. No fue, en un principio, una revolución socialista ni una revolución necesariamente anti-estadounidense, pero durante los años siguientes, el gobierno de Chávez y su papel adoptado en la arena internacional convirtió a la Revolución en ambas cosas, al menos en intención.

Estuve con Chávez varias veces a lo largo de estos años, pero la primera vez que lo vi fue en 1999 en La Habana, Cuba, poco tiempo después de que él se hubiera convertido en el Presidente de Venezuela. Estaba dando un discurso en un salón de la Universidad, con los dos hermanos Castro entre la audiencia –algo extraño de ver– y otros altos miembros del politburó cubano. Fidel Castro miraba y escuchaba embelesado cómo Chávez hablaba durante noventa minutos, esencialmente estableciendo las bases discursivas para la relación intensa y profunda entre los dos países y los dos líderes que pronto seguiría. Ese día, un número de observadores presentes en la sala comentaron sobre lo que parecía ser un “romance” importante entre ambos. Tenían razón. Chávez, casi treinta años más joven que Fidel, pronto se hizo inseparable del líder cubano, para quien él era claramente una figura paterna y un modelo a seguir. (La familia de Chávez es de origen modesto y provinciano, del interior de Venezuela). Y para Castro, Chávez era un heredero y algo así como un hijo amado. Misteriosamente, o justamente por esa relación, fue Fidel quien notó la dolencia de Chávez en una visita a La Habana en 2011, e insistió en que viera a los médicos, quienes rápidamente descubrieron el cáncer de Chávez, un tumor que fue descrito como del tamaño de una pelota de béisbol en algún lugar alrededor de la ingle. Desde entonces, y hasta su regreso a casa en febrero, terminalmente enfermo, Chávez recibió prácticamente todo su tratamiento contra el cáncer en La Habana, bajo estrecha vigilancia de Fidel.

Un showman cálido y amable, con un notable sentido de la ocasión, así como de la oportunidad estratégica, Chávez creció en ambición y estatura global durante los años de Bush, en los que América Latina fue relegada a un segundo plano por Washington. Chávez se molestó desde el principio por la retórica belicista de la Administración Bush durante el período posterior al 11 de septiembre, y se convirtió en un crítico cada vez más fuerte de las políticas y actitudes del “imperio” norteamericano. Ya había cerrado una oficina de enlace militar de EE.UU. en Venezuela, y puso fin la cooperación con la DEA. Pronto fue más allá y disfrutó con ridiculizar al Presidente de los EE.UU. llamándolo “Mr. Danger ” y “Donkey” en su programa semanal de televisión “Aló Presidente”, en el que a veces parecía gobernar como si estuviera en un reality. (En una ocasión ordenó a su Ministro de la Defensa que enviara fuerzas venezolanas a la frontera con Colombia en vivo, desde “Aló Presidente”). En 2002, un intento de golpe de Estado por una camarilla de políticos de derecha, empresarios y militares logró que Chávez fuera brevemente secuestrado y forzado a renunciar de manera humillante, antes de que fuera puesto en libertad y se le permitiera retomar el gobierno.

El golpe de Estado contra Chávez fracasó, pero no antes de que los conspiradores hubieran recibido, al parecer, el visto bueno y la aprobación de la Administración Bush. Chávez nunca perdonó a los estadounidenses. A partir de entonces, su retórica antiestadounidense se hizo más caliente y trató de incomodar a Washington siempre que fue posible. Antes de la invasión de EE.UU. a Irak, en 2003, Chávez viajó a Bagdad en una visita amistosa a Saddam Hussein. Luego, en su ambición declarada de debilitar al “imperio” y crear un “mundo multipolar”, solía ir a abrazar a líderes con similares posturas anti-estadounidenses: Ahmadinejad de Irán fue uno, Lukashenko de Bielorrusia fue otro. Invitó a Vladimir Putin a enviar a su armada para hacer ejercicios en aguas venezolanas y a que le vendiera armas. Y allí estaba su relación, cada vez más entrañable y dependiente, con Fidel Castro.

Pronto el petróleo venezolano comenzó a fluir a una Cuba deficitaria en energía, poniendo fin a los casi diez años de penuria del “período especial” que siguió al derrumbe soviético y al abrupto final de tres décadas de subsidios generosos de Moscú. Médicos cubanos, entrenadores deportivos y hombres de seguridad no tardaron en viajar en la otra dirección, ayudando a Chávez a implementar a algunos de los programas llamados Misiones, destinados a aliviar la pobreza y las enfermedades en los barrios pobres de Venezuela y en el interior del país. Chávez y Castro hicieron viajes juntos y visitaban con frecuencia sus respectivos países. Era obvio que amaban acompañarse.

En una visita a Caracas en 2005, poco después de que Chávez anunciara su decisión de que el socialismo era el camino a seguir para su revolución y para Venezuela, lo vi en el Palacio Presidencial. Estaba emocionado con el fervor revolucionario recién descubierto. En una reunión con campesinos pobres, anunció la toma de varias grandes propiedades privadas en el interior y les dio instrucciones eufóricamente a organizarse en colectivos y sembrar en las granjas confiscadas. “¡RAS!”, gritó con alegría, repitiendo varias veces. “¡RAS!”, siglas que significaban “Rumbo al socialismo”.  Los intentos de Chávez por colectivizar la producción e implementar una reforma agraria parecían mal planificados y fuera de tiempo. El mismo a menudo parecía pertenecer a épocas anteriores, cuando América Latina estaba dominada por caudillos voluntariosos, y hubo una Guerra Fría en un mundo claramente polarizado.

Un par de años más tarde, le pregunté por qué había decidido adoptar el socialismo tan tarde. Reconoció que había llegado a él tarde, mucho después de que la mayor parte del mundo ya lo había abandonado, pero dijo que había hecho clic con él después de haber leído la novela épica de Víctor Hugo Los miserables. Eso y escuchar a Fidel.

Impulsado por miles de millones de dólares como consecuencia del incremento de los precios del petróleo, Chávez ganó una influencia significativa en todo el hemisferio durante los últimos años, estableciendo una estrecha relación con una serie de emergentes regímenes de izquierda en Bolivia, Argentina, Ecuador y Nicaragua, encabezada una vez más por el antiguo líder sandinista Daniel Ortega. Chávez predijo una disminución de la influencia de EE.UU. y una oportunidad, después de todo, para el renacimiento de la gran visión de Bolívar.

¿Qué queda, entonces, después de Chávez? Un enorme vacío para los millones de venezolanos y otros latinoamericanos, en su mayoría pobres, que lo veían como un héroe y un mecenas, alguien que “los cuidaba” de una forma en la que ningún líder político en la América Latina de los últimos tiempos lo había hecho. Para ellos, ahora, habrá desesperación y ansiedad porque no habrá nadie como él en el futuro, no con un corazón tan grande y tan radical de espíritu por el futuro previsible. Y probablemente tengan razón. El sucesor ungido de Chávez, Maduro, sin duda tratará de llevar adelante la Revolución, pero los desatendidos problemas económicos y sociales están creciendo y parece probable que, en un futuro no muy lejano, toda la desesperación de Venezuela acerca de la pérdida de su líder se extenderá hasta la revolución inconclusa que dejó atrás.

Estuve en el avión de Chávez cuando viajó a Cuba, en 2008, para felicitar a Raúl Castro por su asunción formal del poder; su hermano Fidel cayó enfermo y renunció a su posición oficial. En La Habana, Chávez se desapareció y fue a visitar a Fidel, quien todavía estaba de reposo. En el vuelo de regreso, al día siguiente, Chávez informó con alegría a todos los que estábamos en su avión: “Fidel está muy bien, y manda sus saludos”. Cinco años más tarde, los Castro, ambos octogenarios, están vivos y bien, y es Chávez quien ha salido de la escena."


(Publicado previamente en periódico The New Yorker y en la web Prodavinci)

¡¡¡Gracias por leernos!!!

Dantesol

Para leer más:

Más informaciones sobre los funerales de estado de Hugo Chávez

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/cluster_muerte_hugo_chavez.shtml
http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/155011/nicolas-maduro-hoy-estamos-frente-a-chavez-como-nunca-hubieramos-querido-estar/
http://www.noticias24.com/fotos/noticia/6690/en-fotos-lideres-del-mundo-dieron-el-pesame-a-la-familia-chavez/
http://www.noticias24.com/fotos/noticia/6695/el-dia-en-que-el-mundo-puso-sus-ojos-en-venezuela-para-honrar-a-hugo-chavez/

La toma de posesión del Presidente encargado, Nicolás Maduro y reacciones ante la misma

http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/politica/fotos---asi-se-invistio-maduro-como-presidente-e.aspx
http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/155072/en-breve-la-an-sesionara-para-designar-a-maduro-como-presidente-encargado/
http://www.noticias24.com/fotos/noticia/6719/imagenes-exclusivas-asi-fue-la-juramentacion-de-nicolas-maduro-moros-como-presidente-encargado/
http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/155006/henrique-capriles-rechaza-la-sentencia-del-tsj-y-la-cataloga-de-fraude-constitucional/

Reportaje de la Agencia Reuters:

http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/155108/especial-reuters-venezuela-ante-la-vida-sin-chavez/

Infografía de la agencia Reuters sobre la obre de gobierno de Chávez:

http://www.noticias24.com/fotos/noticia/6767/en-infografia-los-hechos-politicos-que-marcaron-los-14-anos-de-hugo-chavez-en-el-poder/

Infografía de la obra de gobierno de Chávez, hecha por un medio oficial:

http://www.noticias24.com/fotos/noticia/6731/en-infografia-la-gestion-de-hugo-chavez-segun-el-diario-ciudad-ccs/

1 comentario:

Angelica dijo...

En este momento me hubiera gustado obtener pasajes a Venezuela para conocer un poco mas de la historia y actualidad de dicho país. Pero en las ultimas vacaciones decidi sacar Pasajes al Caribe