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sábado, 24 de junio de 2017

Los venezolanos que NO se rindieron



A continuación comparto con todos aquellos que se acerquen a este blog, la versión extendida de lo que habitualmente tiende a ser mi tema en las clases magistrales que he dado en medio de esta importante crisis que atravesemos. Es un militante llamado a la esperanza, pero no ilusoria o aérea, sino basado en los incuestionables hechos históricos de Venezuela, que representan un pasado de amplias luchas por alcanzar mejores destinos, y por lo tanto es también un militante llamado al recuerdo, no para quedar en estéril nostalgia sino más bien tomar de allí, ánimos y enseñanzas para continuar con más vigor el camino hacia el porvenir.



Los venezolanos que NO se rindieron

Por Daniel Terán-Soalno

La Historia no es únicamente la narración y el recuento de hechos pasados, que por antiguos damos por “muertos”. Por el contrario, la Historia es el espacio donde podemos encontrar muchísimos aprendizajes, ya que en ella está la acción de numerosas mujeres y hombres que en múltiples procesos dieron sentido a la realidad que hoy conocemos. No en vano, los antiguos romanos la llamaron “Magistra Vitae”, Maestra de la vida.
Por eso mismo debemos ver siempre a la Historia para buscar enseñanzas, lecciones, antecedentes y paralelismos con episodios de la actualidad, pues nosotros siempre seremos consecuencia del ayer. Así nos lo recuerda el historiador venezolano Mario Briceño-Iragorry cuando nos decía:

“Contra el desánimo que promueve la entrega de los valores primordiales de la nación urge levantar voces que insuflen sentido a la acción de los hombres. Cuando los hombres vivos decaen y se entregan ante la menor amenaza, queda aún el recurso de citar los espantos. (…) He creído fervorosamente en el valor formativo de los cánones históricos. Otros han buscado en las acciones de los hombres de ayer como oportunidad vana de conscupiciente regocijo o como complicidad sacrílega para el crimen del momento. He juzgado yo, por el contrario, que la voz de la Historia es testimonio del pueblo que ayer lucho por anchar el radio de sus posibilidades humana y viva expresión de valores que dan categoría y unidad a la acción presente de los hombres”, (Marío Briceño Iragorry, Patria Arriba, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1998. p. 57)

A veces tendemos a ser muy severos con nuestra propia Historia, cuando nos comparamos con otros pueblos y países, y por eso somos proclives a pensar que no tenemos mucho de que enorgullecernos, especialmente porque hemos llegado al punto actual de crisis. Pero no debería ser así del todo.
Venezuela no ha sido únicamente una sucesión de guerras y violencias, de caudillos y dictadores, de oscuros pactos políticos o cuestionables transacciones económicas, de corrupción e injusticias por doquier. No. También tenemos un patrimonio digno y luminoso sobre la creación en las faenas del espíritu y el intelecto, de las ciencias, las artes y las humanidades, del cual debemos enorgullecernos y conocer mejor, para tener una visión más completa de nuestra nación y de lo que somos, porque allí justamente encontramos personajes y figuras que usaron su talento y creatividad para tratar de apuntalar y edificar un mejor país, de dar testimonio y ejemplo que no todo está perdido, que no hay que rendirse ante la supuesta evidencia de que los malvados y poderosos han vencido y que nunca es preferible el silencio y la sumisión ante lo que definitivamente está mal para nuestra patria y nuestro pueblo.
Así, a lo largo de nuestra Historia hallamos lecciones de personas que se mantuvieron firmes, luchando contra la injusticia y la opresión, honrando sus valores y principios a pesar de que su causa se diera por perdida y aparentemente fueran los derrotados en determinada lucha. No vivieron ni pasaron en nuestra historia en vano, y están allí para indicarnos que tenemos un largo pasado de luchas que debemos honrar y continuar.
A ellos hoy recuerdo para que sirvan de guía e inspiración en las luchas del presente y el porvenir:

La generación de la Independencia


Los miembros que declararon la Independencia en 1811


Puede parecer un tema repetido y agotado hablar de la Independencia cuando nos referimos a nuestra Historia, pero es necesario recordar que nuestra actual República surgió cuando un pequeño grupo decidió construir un proyecto de país en lo que era una simple colonia más en el vasto imperio español. No hay Venezuela si no hablamos de la Independencia, y ella fue originada por una generación ilustrada y con vocación de poder que creyó que había llegado el momento de hacer un camino propio.
 Nuestros precursores fueron hombres influenciados por las más modernas ideas de su época (23 de los 47 firmantes de nuestra acta de independencia de 1811 fueron egresados de la Universidad de Caracas, la actual UCV) y tuvieron que enfrentarse contra la férrea oposición de casi todo el país, porque la gran mayoría de la población era fiel al Rey y creían en la monarquía colonial española como quien creía en Dios y la religión católica. Por lo tanto, la Independencia venezolana fue dura y sangrienta como pocas en América.
Hubo varios intentos por llevar a cabo el proyecto y en la segunda oportunidad (la llamada “Segunda República”) la resistencia a la Independencia fue más violenta. Son los años de la “Guerra a muerte”, pero a pesar de eso, en 1814 José Félix Ribas decide pelear la Batalla de la Victoria en los valles de Aragua para tratar de detener a las victoriosas tropas realistas que avanzaban hacia el centro y amenazaban tomar Caracas, capital de la República. Ribas no tenía casi soldados y reclutó a todos los estudiantes de la Universidad de Caracas y el Seminario principal de la ciudad. Eran jóvenes sin ninguna experiencia militar y la situación desesperada la planteó Ribas con su famosa frase: “No podemos optar entre vencer y morir, ¡necesario es vencer!” Y, como David contra Goliat, esos 1500 muchachos pagaron un gran tributo por la independencia y lograron vencer a 7000 aguerridos llaneros realistas cuando parecía totalmente imposible.

La Batalla de La Víctoria


Fue por este episodio de nuestra historia que al 12 de febrero se le llamó años después “El día de la Juventud” y, aunque a finales de ese mismo año los enemigos de la República conseguirían derrotarla, el sacrificio patriota no fue en vano: Bolívar antes de abandonar el país rumbo al exilio, dejo claro en una frase lo que fue el empeño de la generación de la Independencia afirmando categóricamente que: “Dios concede la victoria a la constancia”. Y así fue. Luego de más exilios, diversas campañas militares, muchísimas más batallas, numerosas muertes y destrucciones, los patriotas no se rendirían, lucharían hasta el fin para lograr la Independencia. Finalmente lo consiguieron, pero a un altísimo precio: casi toda la generación de la independencia murió en los campos de batalla, enfermos o en el destierro: Miranda, Bolívar, Sucre, Ribas, Piar, Anzoátegui, Roscio, entre otros. Casi toda una generación se sacrificó en 20 años de lucha, pero nos dieron verdaderamente una Patria, y Venezuela se hizo finalmente República. Nacía un espacio para construir nuevos sueños y ahora seríamos nosotros mismos los artífices de nuestro destino.




José María Vargas ante Carujo


El Doctor José María Vargas

Conseguida la independencia, el país inicia un nuevo rumbo en 1830 y le corresponderá a José María Vargas, primer rector civil de la Universidad Central de Venezuela en 1827, convertirse en 1834 en el primer presidente civil que tendría Venezuela… y también el primero en ser derrocado.
Sucedió en 1835, en un episodio llamado “La revolución de las reformas”, donde antiguos militares de la Guerra de Independencia se creían con el derecho a gobernar ellos solos y rechazaban a los civiles en la política. Durante el golpe que derrocó a Vargas, el líder de los golpistas en Caracas, llamado Pedro Carujo, intenta obligar a Vargas a renunciar y le amenaza con esta famosa frase: “¡Doctor Vargas: el mundo es de los valientes!” a lo que le respondió el prócer civil: “No, el mundo es del hombre justo. Es el hombre de bien, y no del valiente, el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia”.
Aunque a Vargas lo expulsaron de Venezuela, las fuerzas leales a su gobierno capitaneadas por Páez lograron retornarlo al poder. Posteriormente Vargas renunció a la Presidencia en 1836, pero su ejemplo de dignidad marcó un hito en nuestra Historia política señalando el papel correcto de los civiles en la defensa de la institucionalidad frente al militarismo abusivo que usa el poder de las armas y la violencia para imponerse. A la larga, el ejemplo de Vargas sería un faro de moral ciudadana en un siglo XIX que se llenó de dictadores y caudillos, y que demostró que al final la actitud vargiana era la correcta y la que se impondría cuando Venezuela tuviera en verdad leyes y democracia: los civiles al poder y los militares a los cuarteles.



Fermín Toro frente a J.T. Monagas


Fermín Toro (a la izquierda) y José Tadeo Monagas

José Tadeo Monagas, antiguo prócer de la Independencia, se convirtió en el primer dictador de la República de Venezuela cuando permitió el 24 de enero de 1848 que las turbas del partido liberal que lo apoyaban a él, asaltaran el Congreso Nacional de mayoría conservadora con el objetivo de evitar que le hicieran un juicio político que pudiera destituirlo como presidente. Le correspondió a Fermín Toro ser el primer venezolano en desafiar al poder de un solo hombre cuando éste había consumado su asalto a las instituciones.
Durante el asalto al Congreso murieron varios diputados y se disolvieron las cámaras legislativas. Interesado en que no se viera como una maniobra suya, Monagas consideró que había que restituir el “orden constitucional” y mandó a llamar a la fuerza a los diputados para que el día siguiente se re-instalara el Congreso como si nada hubiese ocurrido. Muchos fueron buscados a la fuerza a sus casas y llevados con amenazas al Congreso, pero no en el caso de Fermín Toro, que entendiendo lo que ocurría dijo firme y claramente a sus pretendidos captores: “Decidle al general Monagas que mi cadáver lo llevarán, pero Fermín Toro no se prostituye”.


El asalto al Congreso el 24 de enero de 1848

Su determinación fue tal que lo dejaron tranquilo. Y fue Toro el único congresista que se negó a participar en la farsa de aquél parlamento que ya no era tal y que desde ese momento hacía lo que quería el presidente Monagas, que actuaba ahora como un dictador, convencido de que “la constitución sirve para todo”, es decir, todo lo que él quisiera, pues durante 10 años él y su familia gobernaron sin límites, promoviendo la represión y la corrupción, llegando al exceso de colocar a su hermano José Gregorio como presidente al terminar su primer período.


Así era el Congreso que "servía para todo" según una caricatura
clandestina contra José Tadeo Monagas llamada "Yo y mi Congreso"
 donde se le ve sentado con un fuerte en la mano rodeado de parlamentarios
arrodillados que le dicen "¿Qué manda el amo" y "Amén"

Durante todos esos años, Toro fue una especie de paria político, no se le concedieron empleos públicos, tuvo serias dificultades económicas y muy pocos amigos le trataron por temor a la represión de los Monagas, pero fue la figura central de la dignidad nacional que con su actitud demostró tener la razón. Monagas, que creía que la constitución le “servía para todo”, había llevado las cosas demasiado lejos: reformó la 1857 la carta magna para reelegirse como presidente, aumentando además el período presidencial a 6 años, y por eso en 1858 de se produjo una revolución que derrocó su dictadura. La Convención que se reuniría en Valencia ese año para hacer una nueva Constitución escogió a Fermín Toro como su presidente como reconocimiento a su decencia ciudadana frente al despotismo.

“La Delpinada” antiguzmancista


"La Delpinada" según el pintor y caricaturista Pedro León Zaptata.
Delpino está a la izquierda y arriba se ve a Guzmán

Tras la terrible guerra Federal que azotó al país entre 1858 y 1863, se erigió como líder de la misma el general Antonio Guzmán Blanco, que finalmente llegó a ser presidente en 1870 tras la revolución de abril. Como gobernante es muy recordado por haber fomentado el progreso material del país construyendo ferrocarriles, importantes edificios públicos en Caracas (El Panteón Nacional, El Capitolio, El Calvario, etc.) y trayendo inversiones extranjeras al país. Pero Guzmán Blanco también actúo como un caudillo caprichoso que le hizo mucho daño a la misma universidad que le dio su título de abogado: se auto nombró rector de la UCV y luego violentó la autonomía universitaria, haciendo que el presidente designara los rectores y no la casa de estudio, expropió los terrenos de la Hacienda Ibarra (cedidos por el Libertador en 1827) quedándose con ellos y hasta sustrajo la biblioteca de la universidad para unirla a la Biblioteca Nacional. Por si fuera poco, Guzmán se hizo famoso por su vanidad y egolatría, demostrando tener un carácter demasiado propenso a los halagos y alabanzas, razón por la cual se mandó a erigir estatuas, teatros con su nombre y hasta varios estados del país se apellidaron Guzmán Blanco.
Esa desproporción en el culto a la personalidad de un caudillo hizo reaccionar a varios venezolanos que no iban a tolerar tal espectáculo lesivo contra el espíritu de una República que se preciara de serlo, y así un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad de Caracas, junto a varios poetas, humoristas e intelectuales decidieron organizar una jornada de homenaje a un aficionado poeta caraqueño llamado Franciso Antonio Delpino, un sombrerero que se creía “el rey de los poetas” cuando más bien sus versos eran bastante mediocres. Así, usando el poder de la creatividad y el humorismo, se convocó a la “Delpinada”, gran homenaje que se hizo en el principal teatro de la ciudad, el Municipal (y que entonces se llamaba “Teatro Guzmán Blanco”) jornada que en el fondo era una burla contra Guzmán y su mal hábito de recibir excesivos halagos y adulaciones.
Guzmán se dio cuenta de inmediato del ataque, pero no pudo hacer mayor cosa porque comprendió que contra el poder del humor nada podían hacer los fusiles y bayonetas que eran propios de un hombre de armas como él. Al quedar ridiculizado, también Guzmán quedó debilitado. Y cuando años después terminó la era del guzmancismo, fueron los estudiantes caraqueños los primeros en derribar sus estatuas en la ciudad, una de las cuales, por cierto, estaba frente a la sede de la Universidad Central.




Telmo Romero y los estudiantes del Hospital Vargas


Telmo Romero (izquierda) con su principal protector
 y benefactor: el caudillo Joaquín Crespo

Uno de los sucesores de Guzmán Blanco resultó ser otro caudillo de nombre Joaquín Crespo, que como buen llanero del siglo XIX era profundamente supersticioso. Así, llegó a confiar su salud en un brujo y yerbatero llamado Telmo Romero, quien gracias al apoyo de su amigo el caudillo-presidente consiguió que publicaran un libro con sus “recetas”, llamado El bien general, su fama su creciendo y ascendiendo, al punto que fue nombrado por Crespo como director del hospital general de Los Teques. 




Enterados que luego iba a ser nombrado Rector de la Universidad Central de Venezuela, los universitarios congregados en las cátedras de medicina del Hospital Vargas protestaron de manera activa ante semejante atropello y reunieron gran cantidad de libros de Telmo Romero y los quemaron a los pies de la estatua del Doctor José María Vargas, dejando claro que no permitirían que un brujo apoyado por los caprichos de un caudillo se convirtiera en el jefe de una casa de estudios científica. Fue tal la determinación en la protesta de los estudiantes que el gobierno tuvo que desistir y abandonar el proyecto de convertir en Rector a un curandero.


El libro quemado por la furia protestante de
los médicos ucevistas contra Crespo

“La Sacrada” anticastrista


"La Sacrada" cuadro de Pedro León Zapata.
En el centro, Alfonso Sacre y detrás de él se ve a Cirpiano Castro

Tal como pasara con Guzmán Blanco, al dictador y caudillo Cipriano Castro le gustaban los halagos y excesivas alabanzas. Y justo como le sucedió a su predecesor, recibiría en respuesta de los estudiantes su jornada de burlas para ridiculizar sus enormes pretensiones.
Sucedió que como Castro llegó al poder en 1899 en una rápida campaña militar llamada “La revolución restauradora”, donde no sufrió derrota alguna, sus aduladores le decían “Siempre invicto, jamás vencido”, comparándolo con Napoleón. Fue justamente allí donde empezaron las críticas de los universitarios, que para su buena suerte encontraron en Caracas a un comerciante de origen sirio llamado Alfonso Sacre, quien le decía a todo el mundo que su tierra natal había sido un exitoso general, triunfador en mil batallas.




 Todos sabían que eso eran cuentos para impresionar a la clientela, pero los estudiantes le tomaron la palabra, le compraron un vistoso uniforme militar y, tal como pasara con “La Delpinada”, organizaron un homenaje “A las glorias del General Alfonso Sacre”, haciendo un desfile en carruajes por la ciudad de Caracas, con tan mala (o buena) suerte para los presentes, que la caravana se topó con la de Cipriano Castro, quien llevaba además un uniforme militar idéntico al de Sacre. Las risas y las burlas se difundieron por toda la ciudad. Y como es habitual en los poderosos que son cortos de humor, la venganza de Castro no se hizo esperar: cerró la UCV y la Universidad de los Andes (ULA) en castigo, y además tomó una medida aún más grave para el desarrollo cultural del país: clausuró definitivamente la Universidad de Carabobo (UC), y la Universidad del Zulia (LUZ), alegando que había “exceso de universidades” en el país.


"Apoteosis del General Sacre" Abajo a la izquierda
puede verse la antigua sede de la UCV, hoy conocido como
El Palacio de las Academias

Aunque hay quienes quieren ver a Cipriano Castro como un defensor del nacionalismo cuando nuestro país sufrió las agresiones imperialistas anglo-alemanas, lo cierto es que Castro resultó ser un déspota que mutiló el desarrollo intelectual de la nación, y su obra queda manchada por esta afrenta a las universidades, que lejos de halagarlo se burlaron de sus delirios de grandeza.

La Generación del 28 antigomecista


La famoso foto de la Generación del '28


El sucesor de Castro fue el general Juan Vicente Gómez, caudillo y dictador que logró pacificar y someter al país por medio de la fuerza de su poderoso ejército nacional y con el gran apoyo de la industria petrolera de reciente aparición. Gómez había resultado ser un gobernante imbatible y en 1928 celebraba 20 años en el poder. Ningún presidente había permanecido en la presidencia por tanto tiempo y en medio de ese panorama era impensable que alguien pudiera desafiarle. Pero una vez más los jóvenes estudiantes universitarios se pusieron a la vanguardia de la rebeldía contra el poder.
El 12 de febrero de 1928, con motivo del “Día de la Juventud”, los universitarios organizaron una serie de jornadas en apoyo a su recién creada Federación Estudiantil de Venezuela, FEV, con eventos artísticos y de diversión. Como además eran días de Carnaval, convocaron en un país sin elecciones una votación para escoger una reina de los estudiantes. Ganó Beatriz Peña, llamada luego “Beatriz I” y, tras su elección, se produjo un discurso el día de su coronación por parte del poeta Pío Tamayo donde pronuncia estas palabras que levantan el ánimo de los universitarios presentes en el acto: “(…)¡Me han quitado mi novia! La novia que me quiso; ¡mi novia enamorada! Palabras que se dicen con la pena infinita. De quien ya no podrá volverlas a cambiar… (…) y el nombre de esa novia se parece a vos! Se llama: ¡LIBERTAD! Decidle a vuestros súbditos -tan jóvenes que aún no pueden conocerla- que salgan a buscarla, que la miren en vos, ¡Vos, sonriente promesa de escondidos anhelos! (…) Pues con vos, Reina nuestra, juvenil, en tu trono, se instala el porvenir!”


El acto de coronación de la reina de los estudiantes "Beatriz I"

Todos los presentes en el acto entendían las metáforas y sabían a lo que se refería el poeta. Estalla entonces un ambiente de rebeldía en donde el temor contra la férrea dictadura comienza a desaparecer. En la Universidad un estudiante rompe una lápida de mármol en homenaje a Gómez y al día siguiente el estudiante Jóvito Villalba termina su discurso en el Panteón Nacional con estas palabras: “Padre Nuestro Simón Bolívar, Padre nuestro Libertador, cómo han puesto los esbirros, tu Santiago de León”. El desafío era claro y la dictadura decide finalmente actuar: son detenidos los organizadores y participantes principales del evento: Villalba, Tamayo, Rómulo Betancourt y Guillermo Prince Lara. Los envían a las tenebrosas cárceles gomecistas, donde se pensaba que terminaría todo. Pero no fue así: al día siguiente de la detención de los líderes universitarios, 200 estudiantes de la UCV voluntariamente se entregaron a la policía para solidarizarse con sus compañeros presos. Teniendo la Universidad entonces menos de 300 cursantes, vemos que más del 60% se la jugó desafiando a la tiranía. El gomecismo encarceló entonces a los muchachos y lo que jamás había pasado sucedió: espontáneamente estallaron protestas en las ciudades exigiendo la liberación de los estudiantes y por primera vez Gómez tuvo que ceder a la presión popular, liberando a los jóvenes rebeldes.




Si bien después de estos eventos algunos de los miembros de la Generación del 28 participaron en acciones armadas para intentar derrocar a Gómez, no lo lograron: muchos terminaron en el exilio y el dictador moriría de causas naturales en 1935, pero aunque no consiguieron vencerlo en el corto plazo y con la fuerza, sería en el mediano plazo y con política que llegaría la victoria, pues luego de la muerte del tirano es donde veríamos desplegada la obra de los valientes universitarios. Al regresar del exilio, la Venezuela que se construyó tras la muerte del tirano fue hechura de esos valientes que traerían democracia y modernidad al siglo XX venezolano.

El 14 de febrero de 1936


Este día el pueblo de Caracas salió a la calle a marchar para finalmente sepultar al gomecismo, que debía acabar tras la muerte del dictador el 17 de diciembre de 1935.
El Gobernador del Distrito Federal, Félix Galavís, quiso reimponer la censura de prensa tal cual como si no hubiera muerto el dictador Gómez, lo que generó la protesta de la FEV, que convocó una marcha en la mañana desde la sede de la antigua UCV, ubicada en el hoy Palacio de las Academias, hasta la sede de la Gobernación en la Plaza Bolívar. En una ciudad de 250 mil habitantes, al menos 70 mil salieron a manifestar. Nunca se había visto tanta gente en las calles y, cuando se agolparon en la Plaza, los soldados acantonados en la Gobernación, asustados de ver semejante muchedumbre congregada, dispararon a la multitud desde la azotea y los pisos superiores intentando dispersarla. Hubo al rededor de una docena de muertos y más de 100 heridos. Sin embargo, a pesar de la violencia vista, la gente permaneció en las calles, y con la sangre de los muertos y heridos varios escriben en las paredes de la gobernación: “¡Asesinos!” Y “¡Muera el gomecismo!”.



En ese clima, la UCV convoca para la tarde una nueva marcha, esta vez hasta el Palacio de Miraflores. Y sin miedo por lo que había ocurrido en la mañana, la ciudad se paraliza por la inmensa cantidad de gente que se lanza a las calles. El rector Francisco A. Rísquez y el estudiante Jóvito Villaba de la FEV consiguen del presidente López Contreras las garantías de más democracia y justicia para las víctimas de la represión. La presión de la marcha lo consigue.




Al vencer en las calles miedo a la tiranía, el pueblo daba el primer paso para la Democracia. El presidente López Contreras destituye y envía a prisión al Gobernador del DF, nombra un nuevo gabinete ministerial sin gomecistas y ofrece al país el 21 de ese mes, el Programa de Febrero: el primer plan de la nación que es presentado al país con intención de informar verdaderamente lo que su gobierno buscaba hacer. Había nacido la Democracia y la Modernidad en el siglo XX venezolano.

Mario Briceño Iragorry y el fraude de 1952


Don Mario Briceño Iragorry

Siguiendo el digno ejemplo de ilustres predecesores en el siglo XIX como J.M. Vargas y Fermín Toro, le tocó al historiador e intelectual Mario Briceño Iragorry alzar su voz contra la nueva tiranía militar que asoló Venezuela en 1952. Venezuela, tras la muerte de Gómez, había avanzado lentamente hacía el camino de la democracia bajo la década de transición de los presidentes López Contreras y Medina Angarita, pero en 1945 se produce una aceleración y radicalización del proceso con el golpe de estado del 18 de octubre, que incorporará a las masas populares a la política, pero también a las fuerzas armadas profesionales.
Durante tres años el país conocerá las elecciones directas, universales y secretas, y el novelista Rómulo Gallegos será elegido como el primer presidente bajo esta forma, pero también el país vivirá en un permanente clima de agitación y confrontación radical entre partidos que hace que los militares intervengan en política con la creencia que ellos son los únicos que pueden poner “orden” en el país. Así, derrocan a Rómulo Gallegos en 1948 y otra vez Venezuela vuelve a conocer una dictadura en el siglo XX.




Los militares habían prometido que convocarían elecciones para una Asamblea Constituyente. Pasaron 4 años en cumplir esa promesa, y esta vez se presentaba la oportunidad de recuperar la democracia secuestrada a través del arma del voto. Mario Briceño Iragorry se incorporó entusiasta a la campaña a través del partido URD, que al final sería el ganador de las elecciones convocadas el 30 de noviembre, pero la dictadura militar no aceptó ese triunfo y alegó que los votos de URD estaban viciados porque habían votado militantes de AD y el PCV, partidos ilegalizados. Se produce un monumental fraude y se cambian los resultados.
Ante esto, Briceño Iragorry denuncia el fraude a través de un escrito que difunde llamado Sentido y vigencia del 30 de noviembre, por lo cual debe ir al exilio a España donde se publica. Desde allí escribe una prolífica obra de ensayos históricos donde condena a la dictadura, fomenta el nacionalismo y la revisión concienzuda de nuestra historia como fuente de aprendizaje ciudadano.



Libros como Aviso a los Navegantes, La Traición de los Mejores, La Alegría de la Tierra y la Introducción y defensa de nuestra Historia, junto con su memorable Mensaje sin Destino (publicada antes de exiliarse), son obras que van dirigidas a la juventud universitaria y molestan seriamente a la dictadura, que ordena un atentado contra él y se ejecuta a la salida de la iglesia de las Jerónimas de Madrid, donde dos hombres le apalean hasta casi matarlo. Sin embargo, Briceño Iragorry sobrevivió y siguió escribiendo contra la dictadura sin amilanarse, y cuando en 1958 cayó ese régimen fue uno de los pocos exiliados que sin ser líder político fue recibido multitudinariamente en especial por la juventud. La pluma había prevalecido sobre la fuerza bruta.

Los universitarios del 21 de noviembre de 1957




Queriendo evitar la mala experiencia de 1952, la dictadura de Pérez Jiménez inventa un tipo de elección que no estaba contemplada en la misma Constitución que había mandado a hacer a su medida (la de 1953) y con el único objetivo de reelegirse para perpetuarse en el poder. Así, se convoca a un Plebiscito el 15 de diciembre, especie de referéndum para preguntar al pueblo si quería continuar en el poder el dictador. Además, no se haría registro electoral, se podría votar sin cédula y se le daría derecho a voto a los extranjeros que tuviesen dos años de residencia en el país.


1957: Un descarado fraude para continuar la dictadura...

Ante semejante abuso, sólo un sector se atreverá a levantar la voz contra un gobierno militar que se veía todopoderoso y que ya tenía casi 10 años en el poder: el universitario. El día 21 de noviembre, estudiantes de la UCV pertenecientes a todos los partidos políticos de entonces (AD, Copei, URD y PCV), en un primer gesto unitario deciden protestar contra la dictadura dirigiéndose hacia la Plaza Venezuela.
Parecía un suicidio, pero no se rindieron. Las fuerzas de seguridad de la dictadura encabezadas por la temible policía política, la Seguridad Nacional, junto con elementos de la Guardia Nacional golpearon y balearon a los estudiantes, e incluso entraron en la Ciudad Universitaria disparando y deteniendo a cuantos vieran allí. A pesar de esta brutal represión, los ucevistas no estuvieron solos. Por primera vez participaron estudiantes de una universidad privada: la Católica Andrés Bello (UCAB), quienes desde la antigua sede ubicada en la Esquina de Jesuitas salieron a protestar contra la dictadura, siendo igualmente reprimidos. El gobierno entonces le exigió al rector de la UCAB, el padre Pedro Pablo Barnola, S.J. que expulsara a los estudiantes involucrados, pero este con gran valentía se negó y le respondió al gobierno dictatorial: “Prefiero una Universidad cerrada que una Universidad de rodillas”. Acto seguido renunció a su cargo para no poner en peligro a la institución. Pero había quedado claro el mensaje: al menos un sector de la sociedad no se doblegaría contra la pretensión de la dictadura de eternizarse.




El desafío de ucevistas y ucabistas y la desproporcionada respuesta del perezjimenismo, recordó a lo hecho por el gomecismo contra le Generación del 28, y generó en la sociedad una profunda molestia que fue captada por los militares, quienes ya consideraban madura la situación para alzarse contra Pérez Jiménez, hecho que ocurriría el 1° de enero de 1958. La dictadura estaba herida de muerte, y los primeros que señalaron el camino de la estocada fueron los estudiantes universitarios.

El 23 de enero y el 7 de septiembre de 1958



La muy conocida fecha del 23 de enero es recordada como el inicio de la Democracia representativa de partidos (“la partidocracia”) o también como un golpe de estado más. Pero es una fecha más profunda: es necesario recordar que días antes de que los militares tomaran la decisión de derrocar a Pérez Jiménez, el pueblo de Caracas decidió alzarse contra la dictadura porque los sucesos del 1° de enero habían traído como consecuencia la desaparición del miedo por parte de la población. El alzamiento de la aviación demostró al país que la dictadura no contaba con el apoyo irrestricto y monolítico de las Fuerza Armada Nacional, que ya había dejado claro su descontento contra el dictador de una forma inocultable.


El alzamiento de la aviación el 1° de enero de 1958


Fue así que la oposición política unificada en la Junta Patriótica (que reunía a los cuatro principales partidos opositores AD, Copei, URD y PCV) comenzó a lanzar cada vez más desafíos fuertes contra la tiranía. Así comienza a publicar volantes y remitidos contra la dictadura, donde empezaron a pronunciarse diversos sectores del país: el Colegio de Abogados, el de Ingenieros, la Federación Médica, la Asociación Venezolana de Periodistas, intelectuales, profesores universitarios y de bachillerato, gremios que nunca antes se habían atrevido a decir algo, ahora lo hacían. De igual manera, se producían los llamados “mítines relámpago” donde en 5 ó 10 minutos se reunía la gente para hacer consignas contra la dictadura antes que llegara la policía. En medio se ese clima, la Junta llamó al 21 de enero de hacer un paro nacional, el cual se cumplió a cabalidad: la prensa no circuló, no abrieron muchos comercios, los autobuses que circularon fueron quemados, se trancaron calles, sonaron sirenas de fábricas y las campanas de las iglesias.
Había empezado una insurrección popular donde la gente se atrevía a responderle con palos, cabillas y piedras a los disparos de la Guardia Nacional, la Policía Militar y la Seguridad Nacional y a quemarles sus patrullas, a pesar del toque de queda que impuso desesperado el gobierno. Se creó así un clima de agitación e ingobernabilidad que se extendió 72 horas, tiempo que resultó suficiente para que los militares definitivamente retiraran su apoyo al presidente y le obligaran a dejar el poder.




Pérez Jiménez huyó finalmente en su avión “La Vaca Sagrada”, dejando olvidada una maleta que demostraba la gran corrupción de su gobierno, y a continuación se constituyó una Junta Militar de Gobierno presidida por Wolfgang Larrazábal.




El precio que pagó el pueblo de Caracas se calculó en 400 personas, pero no todo había terminado allí. Tras la instalación de la Junta de Gobierno había algunos militares que pretendían que la dictadura militar continuara con otros rostros, pues desconfiaban en los partidos políticos y se negaban a entregar el poder a los civiles. Así, intentaron volver al poder con dos intentos de golpes de estado. El primero en julio y el segundo en septiembre. En ambos episodios se proponían los golpistas aplicar censura a la prensa, restricción a las libertades públicas y prohibir partidos, pero justamente la presencia de la gente en la calle fue lo que los disuadió y derrotó.




Durante el intento de golpe de estado del 22-23 julio, el llamado de los partidos políticos a la gente para defender la democracia congregó a multitudes al Palacio de Miraflores y evitó el triunfo de la primera intentona: los alzados se rindieron sin pelear. Pero para la segunda, el 7 de septiembre, los golpistas no se iban a dejar impresionar con multitudes y amenazaron al presidente de la Junta de Gobierno que, si no entregaba el poder, sería su responsabilidad si había un baño de sangre. Larrazábal muy valientemente les respondió: “Miren, aquí correrá la sangre de las hermanitas de la caridad, pero ustedes no se van a quedar con el país”. Y así, Larrazábal llamó a la gente a las calles, a ir hasta Miraflores, de igual manera que los partidos políticos hicieron lo propio y lanzaron un paro y una huelga general.


Los partidos políticos convocaron a una
Huelga General en apoyo a la Junta de Gobierno y
a movilizaciones

1958: el Pueblo de Caracas en Miraflores
Algunas personas incluso tomar las armas ese día
para defender la Democracia naciente.

Viendo esta movilización, los militares golpistas pretendieron asustar a la gente ametrallándolos, y en la Plaza O’Leary del Silencio y frente al Palacio Blanco en Miraflores se produjeron graves choques como los del 21 al 23 de enero. Sin embargo, a pesar de los muertos, la gente no se fue y siguió combatiendo. Teniendo en cuenta esta impresionante determinación de la gente, y que la correlación de fuerzas entre los militares les eran contrarias, precisamente por la resistencia popular, los golpistas se rindieron. Habían muerto en un solo día más 40 personas y hubo casi un centenar de heridos, pero la gente volvió a defender con su vida la Democracia recién conquistada.


Los golpistas ametrallando a la población

La prensa informó inicialmente una decena de muertos,
pero la cifra creció...

La derrota del intento golpista de septiembre fue lo que hizo que finalmente los tres principales partidos políticos del momento, AD, Copei y URD se decidieran a llegar a un acuerdo unitario para defender al sistema naciente sistema democrático, que evidentemente tuvo graves peligros en su año inicial. 



Los tres actores del "Pacto de Punto Fijo": (de izquierda a derecha)
 Rómulo Betancourt de AD, Jóvito Villabla de URD
y Rafael Caldera de COPEI

Así se haría el famoso “Pacto de Punto Fijo”, que lejos de ser un acuerdo entre cúpulas partidistas para repartirse el poder, fue la respuesta de los partidos a una grave necesidad que se había presentado y que el pueblo de Caracas en las calles exponiendo su vida había reclamado: había que defender la Democracia y salvar la Libertad. Y así fue, por encima del miedo y del poder de las armas, en 1958 el pueblo evitó el regreso de otra dictadura.


"Nunca más dictadura"
del fotógrafo Leo Matiz,
23 de enero de 1958

La intelectualidad crítica de los años ‘60, ‘70 y ’80


Algunos miembros de la intelectualidad crítica de
 los años '80 y '90, todos columnistas del diario "El Nacional"

Consolidada la Democracia venezolana en 1958, ésta no fue un sistema político perfecto. Tuvo errores y excesos, y aunque fue el fruto de largas conquistas del pueblo venezolano y le dejó al país cosas muy positivas, también se desarrollaron en él graves fallas como la burocratización, la corrupción administrativa, el despilfarro de recursos, tráfico de influencias, el abuso de poder y lamentables casos de censura y de represión.





Ante estos yerros se alzaron voces del mundo de la intelectualidad, del arte o la academia, que desde la trinchera de la cultura y según sus distintas posiciones ideológicas, reclamaron a los políticos que se habían olvidado de los pobres, el cumplimiento de sus deberes y promesas cuando fueron a buscar sus votos. Así, escritores como Adriano González León, cineastas como Román Chalbaud, pintores y caricaturistas como Pedro León Zapata o músicos como Alí Primera criticaron insistentemente a la clase política de entonces, exigiendo más y mejor democracia y  atenciones para las grandes mayorías del país. De igual manera, figuras como el dramaturgo José Ignacio Cabrujas a través de sus obras teatrales y telenovelas, así como su columna de prensa “El país segun Cabrujas” de El Diario de Caracas ironizó y reflexionó sobre la pesada realidad que vivía la sociedad venezolana, mientras que economistas como D.F. Maza Zavala, Héctor Silva Michelena o Héctor Malavé Mata a través de numerosos trabajos académicos en las universidades venezolanas advertían de las graves distorsiones que sufría un petroestado cada vez más gigante e ineficiente, dependiente y subdesarrollado. Finalmente, intelectuales como Carlos Rangel o Arturo Uslar Pietri a través de su programa de TV, “Buenos días” o la columna “Pizarrón” en El Nacional, respectivamente, expresaron su permanente angustia sobre los efectos negativos que nos podía llevar la excesiva dependencia del petróleo en la sociedad y su manejo por un estado omnipresente y todopoderoso.




Todas estas voces fueron la disidencia necesaria en un país que necesitaba una opinión diferente a la versión oficial de entonces, y así hicieron muchas veces el papel de la conciencia de una nación que muchas veces se dejó llevar por la ilusión de la riqueza fácil producto del ingreso petrolero, del uso negativo carnet del partido o la recomendación de “compadre” o “amiguito para recibir beneficios o evadir responsabilidades.






En una era en la que las votaciones masivas acompañaron por décadas a los principales partidos, estas voces clamaron en el desierto y estuvieron en franca minoría, pero cuando los precios petroleros bajaron, los presupuestos se redujeron y vinieron épocas de inflación y crisis, el tiempo pareció darles la razón a estos críticos que parecían los aguafiestas de la era dorada de la abundancia y el derroche. Aunque lamentablemente no pocos de ellos se plegaron después a quienes quisieron destruir el proyecto democrático coqueteando con el discurso de la anti-política (“la política es sucia, es mejor no involucrarse en ella y todos los políticos son iguales: mentirosos y ladrones”) o se vieron seducidos por la figura del “hombre fuerte” que fuera el vengador de todos los que se desilusionaron con la Democracia por sus fallos, su palabra crítica fue de importancia para conocer y calificar las realidades de nuestro país y ejercer la ciudadanía.

Manuel Caballero frente al chavismo


Don Manuel Caballero

Finalmente, la crisis de la Democracia venezolana se expresó con su mayor gravedad el 4 de febrero de 1992 con algo que se consideraba impensable: Un alzamiento militar golpista. A partir de lo ocurrido nacía el fenómeno del chavismo en Venezuela, pues el líder de esa intentona se convirtió para muchos desafectos con la democracia y los partidos políticos en el “ángel vengador” que pondría fin a todos los abusos y fallas del sistema.




Desde ese día, el historiador Manuel Caballero se opuso a esa corriente política por considerarla personalista y reaccionaria, como un retroceso contra todas las conquistas logradas a lo largo del siglo XX venezolano. Quizás fue Caballero el intelectual más combativo y laureado que adversó en el campo de la cultura al chavismo, pues Caballero en su condición de periodista, docente universitario jubilado y académico de larga trayectoria (fue el primer venezolano en conseguir que su tesis doctoral en Historia se publicara en la Universidad de Cambridge en 450 años de existencia) dejó desde 1992 hasta su muerte en 2010 una prolífica obra de artículos de prensa, principalmente en El Universal o en TalCual, en numerosos libros, ensayos y entrevistas en radio o televisión donde constantemente condenó el caudillismo, el militarismo y la guerra civil, así como alertó sobre la manipulación de la Historia con fines políticos, elementos todos que siempre vio en la forma de gobernar de Hugo Chávez y sus seguidores.


Algunas de las combativas obras de Manuel Caballero entre 1998 y 2010


Caballero nunca se amilanó ante los ataques, burlas y amenazas que recibió por oponerse a un político tan carismático como Chávez, y más bien por el contrario, ganó un respeto muy grande dentro y fuera por Venezuela por esa faceta combativa de intelectual que no calla cuando cree que debe decir una verdad frente al poder y que recuerda mucho al heroico papel que en el siglo XX hizo Mario Briceño Iragorry contra el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez.

El 11 de abril de 2002




Si bien hoy se percibe al 11 de abril de 2002 como una fecha signada por una permanente y sombría polémica, este día también puede calificarse como equivalente del 14 de febrero de 1936 pero en el siglo XXI, pues este fue el punto culminante de una crisis donde la participación popular y la pérdida del miedo frente al poder fueron los protagonistas.
Es importante recordar que el camino que conduce a esta jornada fue el de un país signado por la polarización política a raíz de la llegada del chavismo al poder, proyecto político que ofrecía en teoría la refundación de la República y la reivindicación de los excluidos pero que en la práctica terminó dividiendo al país en dos sectores antagónicos.


Venezuela bajo el chavismo: una sociedad polarizada


Hugo Chávez, elevado por sus grandes triunfos electorales, se creyó con carta blanca para imponer cambios arbitrariamente, prefiriendo siempre la confrontación que la debida negociación con cualquier sector que se le opusiera, y así pretendió aplicar arrolladoramente una ley habilitante que le otorgó la Asamblea Nacional, amenazando públicamente con leguaje agresivo a todo aquél que disintiera de su parecer. Fue así que sectores empresariales, sindicales y medios de comunicación le hicieron franca oposición, pero lo que despertó definitivamente el ánimo político en muchas personas fue la arrogancia y prepotencia con la cual Chávez trataba y se burlaba de los opositores, descalificándolos como “escuálidos” (insignificante minoría). Cuando creyó que jamás las personas que se le oponían le responderían a sus desafíos, surgió primero un paro obrero y patronal el 10 de diciembre de 2001 y luego una monumental marcha el 23 de enero de 2002 demostrando que el antichavismo se contaba por miles.


Chávez despide en cadena de TV a los gerentes de PDVSA


La respuesta de Chávez a estos hechos, lejos de moderar la situación, fue caldear los ánimos, y procedió a radicalizar sus medidas, interviniendo más directamente en la confrontación política. Así, cuando los empleados de la petrolera estatal PDVSA protestaron por las medidas que aplicó Chávez, éste los despidió en vivo y directo por cadena de radio televisión, burlándose de ellos, colmando la paciencia y levantado las iras totales del sector opositor. Así, el 11 de abril, multitudes que se congregaron al este de Caracas en defensa de esos empleados de PDVSA, no tuvieron ningún reparo en ir hasta el centro de la ciudad cuando algunos dirigentes políticos propusieron ir hasta el Palacio de Miraflores a solicitar la renuncia de Chávez. Desde el agitado año de 1958 no marchaba una multitud hasta la sede presidencial de Venezuela y, tal como pasaría en 1936, ver a tanta gente en el centro género caos y violencia...


Los choques en el centro reportaron una veintena de muertos


El alto mando militar la madrugada del 12 de abril de 2002:
"Se le solicitó la renuncia al señor Presidente
de la República, la cual...
acepto"

A pesar de los muertos y heridos que se produjeron, los protestantes no se disolvieron y se mantuvieron en las calles exigiendo la renuncia de Chávez. Ese clima de anarquía e ingobernabilidad convenció a sectores militares de pronunciarse contra el presidente, al cual solicitaron la renuncia y él aceptó. Lamentablemente a partir de ese momento, las luchas de los venezolanos se desviaron y los militares pasarían por encima de la constitución, designando al presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona, como gobernante de facto, cuando se debió haber respetado lo dictado en la Constitución: que la Asamblea Nacional recibiera la renuncia de Chávez y su vicepresidente, se decretara falta absoluta del Presidente de la República, asumiera provisionalmente el Presidente de la Asamblea, (que debido a todo el cambio, hubiera podido ser un parlamentario moderado fruto del cambio de correlación de fuerzas en la cámara) y luego se convocaran a elecciones en 30 días.


La polémica y desastrosa auto-juramentación
de Pedro Carmona Estanga


Desafortunadamente, la precipitación de unos, la improvisación de otros, unidas al desprecio a las formalidades jurídicas y las ambiciones de poder, terminaron creando un golpe de estado de lo que fue una jornada memorable de participación popular, en donde los ciudadanos tomaron la calle sin miedo a la represión a exigirle a su gobernante la renuncia de su alto cargo por haber abusado de su autoridad y haber puesto en peligro la paz nacional por sus devaneos y caprichos. Ese mismo espíritu combativo sería la semilla de una resistencia que le dejaría claro a los que seguirían en el poder luego del 13 de abril, que aquí en Venezuela ellos no podrían imponer tan fácilmente un proyecto autocrático como el de Cuba.







La generación del 2007




Después de los años críticos de 2002 a 2004 y tras el grave golpe estratégico que fue la abstención en las elecciones parlamentarias de 2005, Hugo Chávez parecía imbatible: ganó su primera reelección con el 63% de los votos y, gracias a la desmovilización de la oposición, controlaba desde 2004, 20 de 22 gobernaciones y el 100% de la Asamblea Nacional por la inhibición opositora. Además, los precios del barril de petróleo rondaban ya los 100 $.
Convencido que ahora nada ni nadie podrían oponérsele, comenzaría Chávez un año 2007 imponiendo su criterio absoluto de cómo sería la Venezuela que el gobernaría: se decretaron nacionalizaciones y expropiaciones a numerosas empresas (CANTV, Electricidad de Caracas y SIDOR, y venían en camino las de cementeras y empresa de alimentos como Lácteos los Andes y Café Fama de América, etc.). También se cerró el histórico canal de televisión RCTV, el más antiguo del país, al no renovársele la concesión por su línea informativa abiertamente opositora.




En ese frenesí de triunfos, Chávez propuso activar un proceso de reforma constitucional para darle más poder a una presidencia legalmente ya muy poderosa desde 1999. Tal proyecto, incluía 69 artículos reformados que desvirtuaban las nociones de propiedad existentes al hablar de un socialismo que nunca estuvo contemplado originalmente en la Carta magna, se limitaba la libertad de expresión en casos de estado de excepción, se creaba una milicia como componente de la Fuerza Armada Nacional y sobre todo: se abría la puerta para la reelección indefinida para el Presidente de la República.




En efecto, la revolución parecía indetenible...


Ante unos partidos políticos debilitados, unos medios de comunicación vigilados y un empresariado disminuido, era prácticamente imposible oponerse y detener el proyecto de reforma. Sin embargo, desde el día siguiente del cierre de RCTV, el 28 de mayo de 2007 los jóvenes del movimiento estudiantil universitario como Yon Goicoechea, Freddy Guevara, Stalin González y Miguel Pizarro tomaron las calles y comenzaron a protestar contra este proyecto abusivo. Tomando como símbolo las manos blancas, los estudiantes ejercieron recursos legales ante el TSJ, fueron a los medios de comunicación, participaron en debates, hicieron marchas y concentraciones, (muchas no exentas de peligros y violencia) se convirtieron en la voz cantante de la oposición ante las pretensiones de un presidente con aspiración a convertirse en emperador.




Parte de la ingeniosa y pedagógica campaña
contra la reforma constitucional







 Tal como pasó con los valientes jóvenes universitarios de 1928 contra Gómez, la generación de 2007 le demostró al país que había esperanza y que no había que rendirse, pues ellos como la punta de lanza de una nueva oposición política consiguieron contra todo pronóstico la victoria: el 2 de diciembre de 2007 la opción del “NO” a la reforma derrotó al “SÍ” promovido por Chávez. Esta sería la primera derrota electoral del chavismo y un muy molesto presidente reconocería su fracaso apelando a groserías y descalificaciones: pero sería en vano porque quedaba demostrado ya que su proyecto no era invencible ni él invicto. Una vez más los jóvenes universitarios hacían historia en Venezuela.





La Asamblea Nacional democrática de 2015




El triunfo de 2007 abrió el camino para que los opositores venezolanos, golpeados por las duras derrotas del trienio 2002-2005 volvieran a levantar el ánimo y se incorporaran a la lucha política reivindicando los métodos pacíficos, legales y electorales, que son formas más lentas, pero que dejan mayores beneficios al mediano plazo. Así, desde 2007 el voto opositor no dejo nunca de crecer en cada proceso electoral que se presentara, siendo la comparación de las elecciones presidenciales de 2012 con las de 2006 muy reveladoras: la oposición creció en 2 millones 200 mil votos, mientras que Chávez sólo 800 mil votos.




Muchos eran los convencidos de que, por la naturaleza conflictiva y abusiva del chavismo, jamás se podría lograr algo de manera democrática contra ellos, y que “la única salida viable” era el tan mentado Plan B: violencia de calle anárquica, golpe de estado militar o intervención internacional. Pero todas esas creencias y suposiciones fueron puestas a prueba y desmontadas apenas murió Hugo Chávez en 2013, pues las elecciones presidenciales hechas a consecuencia de su deceso revelaron un serio debilitamiento del chavismo: Nicolás Maduro se adjudicó la victoria con apenas un 1% de diferencia (235 mil votos) sobre Henrique Capriles Radonski y, por lo ajustado de ese resultado, se tiñó sobre el primero una sombra de fraude que le ha perseguido en todo su mandato, restándole una gran legitimidad y haciendo que la oposición a su gestión haya sido incluso más fuerte que contra el mismo Chávez, manifiesta en las duras y violentas protestas de 2014 llamadas “La Salida”.
Justamente el fracaso de las vías armadas hizo que la oposición decidiera concentrarse en la única línea que le había dado éxitos seguros: la electoral. Y viendo que el manejo de la economía por parte de Maduro sólo era un desastre que iba de mal en peor: colas para adquirir numerosos bienes o servicios, escasez de alimentos, medicinas y repuestos, alta inflación, grave desvalorización de nuestra moneda, más controles, amenazas e intervenciones a los pocos productores nacionales que acusaban de hacerle “guerra económica”, había entonces que canalizar este enorme descontento fruto de la ineficiencia y corrupción del llamado “Socialismo del siglo XXI” que debía ser castigado por la población que sufría cada vez sus nefastos efectos.


El constante discruso de Maduro...

Así, de cara a las elecciones parlamentarias de 2015 la oposición agrupada en la coalición Mesa de la Unidad Democrática, MUD, aceptó el reto de ganar contra todo pronóstico. Y vaya que fue una campaña cuesta arriba y nuevamente de David contra Goliat.
Valiéndose de numerosas tretas, el chavismo encabezado por Maduro y Diosdado Cabello aplicaron un grosero ventajismo que incluyó la participación de ministros y gobernadores en medio de unas elecciones parlamentarias, la inhabilitación de candidatos opositores, la entrega de numerosos bienes (viviendas, carros, enseres) a la gente en mítines políticos, amenazas veladas en sus propagandas (“A la Asamblea como sea”), el plagio de canciones opositoras (“Vota por la de la manito” por “Vota por el de los ojitos”) y lo más escandaloso: que el CNE permitiera en el tarjetón electoral un partido de siglas MIN-Unidad, de color azul justo al lado de la tarjeta de la MUD-Unidad –también de azul- para confundir a los votantes y restarle votos a la oposición. 


La campaña de la oposición para alertar el engaño...

... y la campaña sucia para confundir al electorado


En el caso del estado Aragua el descaro fue tal, que el candidato del MIN se llamaba exactamente al diputado de la MUD: Ismael García. Y en Caracas, el candidato Miguel Pizarro tuvo que soportar en carne propia la acción violenta de los colectivos chavistas, quienes le sabotearon su acto en la redoma de Petare.





Todo parecía indicar que el chavismo se impondría usando todas estas artimañas, que la oposición obtendría un triunfo muy estrecho o como en 2010, estaría muy cerca de ganar, pero no alcanzaría el mínimo necesario. Ningún escenario derrotista se cumplió y, por el contrario, se hizo historia nuevamente: el 6 de diciembre se produjo la segunda gran derrota electoral del chavismo y hasta ahora, el mayor triunfo opositor. De 14 millones de electores, (74% de participación) 7 millones y medio, el 56% del total, votaron por los candidatos de la MUD, dándoles 112 diputados y una mayoría calificada de dos terceras partes. Resultó un triunfo monumental y legítimo, que no era de estrecho margen o “producto de la abstención”, no: era una victoria de con 2 millones de votos de diferencia (un 15% de distancia) y daba como resultado que un poder público nacional ahora era controlado por la oposición de forma democrática. Había empezado el cambio




El Pueblo en las calles, 2017




Como era de esperarse, quienes no creen en la democracia y sólo la usan para su conveniencia, no se mostraron como buenos perdedores. Lejos de tener humildad e hidalguía ante el triunfo en buena lid que obtuvo la oposición, el chavismo encabezado por Maduro y Diosdado Cabello empezaron a conspirar contra el cambio apenas a unos días de su inmensa derrota sufrida: le quitaron a la Asamblea Nacional su canal de televisión, crearon organismos inconstitucionales como el “Parlamento comunal” y el “Congreso de la Patria”, y, por si fuera poco, se nombraron magistrados del Tribunal Supremo de Justicia a última hora por la Asamblea Nacional saliente de Diosdado Cabello, con personas que no tienen doctorado, o que nunca han dado clases en universidades.




Estos nuevos “magistrados exprés” que llegaron a la Sala Electoral y la Sala Constitucional del TSJ comenzaron desde diciembre de 2015 a tratar de maniatar a la naciente Asamblea cuando pretendieron a través de la primera sala anular la elección de tres diputados por el estado Amazonas –para así restarle la mayoría calificada a la oposición- y con esa excusa tratar de controlar al parlamento. La segunda sala a su vez se convirtió en un “súper poder” que interpretaba a su conveniencia la Constitución para beneficiar siempre al gobierno de Maduro y limitar a la Asamblea opositora. Y cuando ésta se negó a ser controlada por el Tribunal y juramentó a los diputados de Amazonas, se le declaró en “desacato”, excusa jurídica que pretendió inhabilitar al parlamento y darle poderes absolutos a Maduro, que en octubre de 2016 se auto asignó un presupuesto nacional sin permiso de Poder Legislativo.







Volvíamos a ver una vieja práctica del chavismo, en la que buscan siempre la manera de torcer un resultado adverso con argucias legales: así impusieron los puntos rechazados en 2007 en leyes habilitantes en 2008 y un nuevo referéndum en 2009, desconocieron el triunfo de la oposición en los proceso de 2008, quitándole diversas competencias administrativas a gobernaciones y alcaldías opositores, creando además la ilegal figura del "protector" en cada estado donde había perdido el chavismo, así como también convirtieron en un adorno la Alcaldía Mayor de Caracas, creando un inconstitucional “Jefe de Gobierno” elegido a dedo por el presidente sólo para anular el simbólico e importante triunfo de la oposición en la Capital de la República que dos veces ha triunfado allí.




Militares toman el Puerto de Maracaibo en 2009 luego que la
oposición conservara el control del estado Zulia en las elecciones de 2008

Chavistas marchan y atacan la sede de la gobernación del Estado
Miranda en la ciudad de Los Teques
en 2009 luego que la oposición lograra ganar
 en esta importante región en diciembre de 2008


Fachada de la sede de la Alcaldía Mayor de Caracas, completamente rayada tras unas
marcha de chavistas en el centro de la ciudad, apenas a unos días de la
elección del opositor Antonio Ledezma en 2008.


Esta inaceptable conducta ratificó el carácter profundamente anti-democrático del cual ha hecho gala el gobierno chavista de Maduro, pues como si lo hecho contra la Asamblea Nacional no fuera ya un grave atentado a la soberanía popular, su gobierno también saboteó la iniciativa opositora para convocar un referéndum revocatorio presidencial, creando dilaciones insólitas a través del CNE y postergando además las elecciones regionales pautadas para el 2016, para finalmente detener la realización de la primera consulta electoral solicitada a través de unos cuestionables recursos jurídicos que nuevamente anularon y cerraron la vía electoral a la crisis.




El ambiente de crispación social y frustración se hizo muy alto y, ante el peligro de un estallido de confrontación, el Vaticano aceptó una mediación entre Gobierno y oposición para establecer unas mesas de diálogo que no lograron frutos satisfactorios y sólo le dieron un poco de tiempo al chavismo. Con la oposición aparentemente desmovilizada y un gobierno necesitando dinero fresco de fuentes externas, el TSJ a través de dos infames sentencias pretendió dar la estocada final a la Asamblea Nacional y ratificaron que en Venezuela había una dictadura, pues se violaba abiertamente la Constitución Nacional. Increíblemente, el Poder judicial había decidido asumir las funciones del Legislativo y autorizar al Ejecutivo a pasar finalmente sobre el Parlamento -inclusive violando la inmunidad de sus miembros-, siendo éste el Poder público venezolano que más legitimidad de origen posee en este momento, pues emanó de la soberanía popular en las pasadas elecciones parlamentarias del 06 de diciembre de 2015. Sin embargo, no esperaba el chavismo conseguir la respuesta que halló: El Parlamento se declaró en rebeldía y llamó al pueblo a la calle, la comunidad internacional condenó las sentencias del TSJ y más sorpresivamente aún: La Fiscal General de la República, antigua y leal aliada del chavismo, se pronunció en contra de las decisiones del Poder Judicial.




Las calles se llenaron de gente protestando y poco a poco el país se colmó de indignados que reclamaban al unísono: “NO MÁS DICTADURA”, pese a la indignación, la rabia y temor por la violencia represiva de la Policía Nacional, la Guardia Nacional o la acción criminal de los paramilitares denominados “colectivos”. Y contra todo pronóstico las protestas se dieron y se han mantenido: Más de 60 días de protestas se han sucedido desde entonces, con un lamentable saldo de muertes (75 según unos conteos, 90 según otros) producto de la represión o la violencia anárquica, más de 2000 heridos o lesionados y más de 3000 detenidos.


Ilustración alegórica de los caídos en las manifestaciones


Los caídos durante la lucha han sido, en su mayoría, universitarios (de la UNIMET, UCV, UCAT, URBE, USM, LUZ, UDO, UAM y UPEL). Ellos, una vez más, han honrado la condición de juventud rebelde que no se somete ni es sumisa ante los abusos del poder, y en esta terrible hora, angustiados por el presente, combaten decididamente contra este lamentable estado de cosas, por querer tener un futuro diferente y mejor.





Pese a la violencia y la represión, la gente se ha mantenido en las calles protestando, incluso de noche y no sólo en el “Este de Caracas” como ha pretendido minimizar el chavismo. Los altos mirandinos, el estado Carabobo, Barquisimeto, Maracaibo, Puerto La Cruz, la isla de Margarita, Barinas, el Estado Mérida y el Estado Táchira han conocido la fuerza de las protestas populares que por primera vez en la historia han puesto al chavismo en jaque y lo han obligado a ponerse a la defensiva con medidas desesperadas y definitivamente anti-democráticas como la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente sin cumplir los debidos procedimientos constitucionales, con distorsiones y ventajismos en su configuración que reducen la representación proporcional poblacional y el concepto de la igualdad ciudadana ante la ley al plantear sectorizaciones arbitrarias de la sociedad.
Lo que vemos ahora es un reto a nuestros doscientos años de vida republicana y a los casi 100 años de lucha por la democracia, en el cual pretenden reducir la existencia de la nación a someterse a un proyecto totalitario donde una minoría ilegitima quiere gobernar sin controles, contrapesos y eternamente.




Ante esta pretensión inaceptable han salido muchos venezolanos que no se han rendido, y sin importar su edad, su sexo, su movilidad física, su profesión o su religión han tenido el valor de ir a marchar y ponerse como héroes frente a una tanqueta, pasar por un río contaminado, desnudarse y recibir perdigonazos, tocar instrumentos musicales en plena represión, arriesgarse a socorrer a los lesionados, bendecir y rezar rosarios, marchar con muletas o en silla de ruedas, ser tumbados por chorros de agua a alta presión y sobre todo ser asfixiados (o heridos) por lluvias incesantes de bombas lacrimógenas. 




Jóvenes del movimiento estudiantil, hijos de importantes funcionarios públicos chavistas, mujeres, jubilados de la tercera edad, médicos, monjas, lusovenezolanos, discapacitados, comunicadores audiovisuales y muchos otros más, se han fundido con sus dirigentes políticos en las calles en constantes marchas que han mostrado en las vías, plazas o autopistas de Caracas y de Venezuela el rostro y la voluntad de los que quieren un cambio para bien y para mejor, reafirmando con su accionar que hay que hacer resistencia frente a la dictadura y que sólo los venezolanos pueden ser dueños y protagonistas de su destino si participan cada vez más en esta lucha liberándose del miedo y recuperando la Democracia tal como bien nos lo recordó el historiador Manuel Caballero:

“La democracia es menos un conjunto de instituciones gubernativas, elecciones, partidos políticos, prensa libre que la liberación del miedo. (…) [Por eso] La Democracia no comienza cuando debuta la serie de gobiernos democráticos, sino desde el momento en que se pierde el miedo a expresar la voluntad popular” (Manuel Caballero, Las Crisis de la Venezuela contemporánea, (1903-1992), Caracas, Alfadil Ediciones, 2004, p. 33)

Y esa lucha aún continúa…

Como hemos podido ver a lo largo de este dilatado recuento, en los extensos de 200 años de historia republicana, Venezuela siempre ha tenido en su patrimonio mujeres y hombres que han alzado la frente, dado la cara y levantado su voz ante la injusticia y la opresión, que han luchado fuerte y valientemente, muchas veces en minoría contra poderes abusivos y, aunque pareciera que fueron vencidos en su momento, su empeño, su dignidad y sobre todo, su ejemplo no fueron ni quedaron en vano.
Tenemos pues una larga historia, un gran patrimonio que conocer y compartir, y especialmente honrar, pues como diría el historiador Augusto Mijares:

“Si de nuestra historia no sacamos ninguna lección dinámica, no hay por qué suponer que la encontraremos en otra parte.” (Augusto Mijares, “El mandato moral de la Historia” en Lo Afirmativo Venezolano, Caracas, Editorial Dimensiones, 1979, pág. 10)
Aprendamos entonces, no nos rindamos sumisos ante la desesperanza ni caigamos ciegos ante la desesperación, sigamos con fe haciendo de nuestras jornadas presentes tal como hace 200 años dijera Juan Germán Roscio: el triunfo de la libertad sobre el despotismo.



¡¡¡Gracias por leerme!!!

Dantesol

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