Para todos los venezolanos que viven los agitados primeros
del siglo XXI, esta fecha marca sin dudas, el punto más álgido de la
confrontación y polarización que se vivió –y se sigue viviendo- en las tierras
de este país suramericano.
Incluso a 10 años es difícil tratar de abordar el tema y
analizar la fecha misma, porque es prácticamente una invitación a que se desaten las pasiones comenzar a
calificar los hechos e interpretarlos. Esto es un claro demostración que la labor
de los historiadores de cara al siglo XX será compleja.
Aquí humildemente trataremos de asumir tal complejidad en un
brevísimo recuento y un concreto análisis.

Dijimos también golpe de estado más o menos exitoso, porque
logró al menos por 48 horas su objetivo: sacar del poder a Hugo Chávez y
establecer un gobierno provisional. En comparación con las intentonas golpistas
de 1992 (el 4 de febrero y el 27 de noviembre, la primera dirigida por el mismo
Chávez) que fueron los últimos alzamientos militares armados del siglo XX
venezolano, los insurrectos no lograron controlar el poder.





Y en todos los eventos, los medios de comunicación jugaron un papel crucial. Si no hubiese habido Televisión ni Radio en todos esos días quizás no se hubiera dado una crisis con tal intensidad. En efecto: cuando el 9 de abril el presidente Chávez apareció en cadena de radio y TV anunciando el despido de los gerentes huelguistas de PDVSA en una forma bastante grosera, los ánimos opositores estallaron y alimentaron más aún el deseo de lucha de los sectores agrupados en la CTV y Fedecámaras. Gracias a los medios audiovisuales todo el país pudo ver el contundente tamaño de la manifestación del día 11 que como un gigantesco río llegó hasta las cercanías del palacio presidencial de Miraflores a pedirle la renuncia a Chávez. Por la misma TV se vieron las escenas de violencia (los famosos disparos de “Puente Llaguno”) y cómo el enfrentamiento entre Chávez y los canales privados de televisión llegaban a su mayor cota (Los canales dividan la pantalla mientras Chávez hablaba en cadena y éste los sacó del aire). Y finalmente por medio de la TV todo el país vio como se entregó Chávez derrotado, (según su alto mando: “Se le solicito la renuncia… la cual, aceptó”) el nuevo alto mando militar nombró a un nuevo presidente, Pedro Carmona, (el empresario y presidente de Fedecámaras) y luego cómo este se autojuramentó y después disolvería los poderes públicos constituidos hasta entonces, en un insólito pero también explicable acto: Ningún golpe de estado preserva intactos los poderes de un gobierno anterior, pues la naturaleza de un cambio de facto, hace que haya que prescindir totalmente de los restos del acién regime.
Al final, sorprendentemente contra todo pronostico, Hugo
Chávez regresó al poder, siendo uno de los pocos presidentes latinoamericanos
que sobreviven a un golpe de estados y son retornados a su puesto (En
Venezuela, durante el siglo XIX, sólo le ocurrió a José María Vargas. Y en
Panamá en el siglo XX, le sucedió por unas horas a Omar Torrijos)
Fueron horas de inmensa tensión y agitación, donde cada lado
experimentó sin dudas una “montaña rusa” de emociones, pasando desde el frenesí
y la euforia hasta el abatimiento total y la tristeza absoluta.
Pero desafortunadamente el retorno de Chávez y la
constitucionalidad, no trajo precisamente ni la paz ni la reconciliación.
También contra todo pronostico, el gobierno de Chávez, que
en teoría había quedado más debilitado que nunca y tenía “sus días contados”,
terminó sobreviviendo. 8 meses después el país viviría un inédito Paro
petrolero que buscaría forzar la renuncia de Chávez y la convocatoria de
elecciones. Durante 63 días, la industria petrolera PDVSA nuevamente en unión
con la CTV y Fedecamaras paralizaron las principales empresas, comercios y
demás industrias nacionales, con la esperanza de lograr la salida de Chávez. A
pesar del activo apoyo de los medios de comunicación privada y las
movilizaciones realizadas en las calles de Caracas, Valencia y Maracaibo (las principales ciudades del país), el paro no cumplió su objetivo, y más bien la
industria petrolera terminó cayendo toda en manos del gobierno Chávez,
sufriendo además el país perdidas que superaron los 10 mil millones de dólares.
Chávez sobrevivió y no sólo eso, pudo también aguantar 1 año
más de ofensiva, ya que la oposición a duras penas y superando los muchos
obstáculos que colocó el gobierno chavista, consiguió en 2004 activar el
referéndum revocatorio constitucional para sacar a Chávez. También contra todo
pronostico, y viendo el clima de infernal confrontación y polarización nunca
antes vista en Venezuela, Chávez obtuvo el 60% de los votos a su favor.
Tal resultado, al igual que los hechos de abril de 2002, no trajo
precisamente paz ni reconciliación. Y en efecto, estos elementos explican mucho
del actual presente venezolano: los ganadores no supieron aprovechar su triunfo
para construir un clima propicio para el entendimiento, sino que consideraron
su victoria como un aval para seguir adelante por encima de todo… y de todos.


Por eso no es para nada descabellado afirmar, aún cuando sea
un tópico muy repetido, que: A 10 años del 11 de abril de 2002 el clima de
polarización y confrontación política sigue igual, y parece que nadie ha
aprendido la lección de todo lo sucedido.
¡¡¡Gracias por leerme!!!
Dantesol
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