RESISTIRSE, NO RESIGNARSE
Mi tesis doctoral habla sobre el período de la Guerra a Muerte, etapa de nuestra independencia donde abundó la muerte y la destrucción. Sin duda para mí fue la etapa más dura y sangrienta de toda nuestra Historia: masacres por doquier, pueblos enteros saqueados, gente huyendo desesperada. Por eso titulé mi trabajo “Viaje al apocalipsis”. Allí sí parecía que había llegado el fin del mundo conocido por todos en una hecatombe de violencia y anarquía…
Eso no pasará el 30-J.
El mismo día que empezó esta crisis en abril, terminé de redactar el último capítulo de la tesis y durante las semanas y meses posteriores he venido recordando lo mucho que había investigado: me acordé que durante esa etapa de la independencia los patriotas que fueron minoría, sufrieron lo indecible, acosados por fuerzas muy superiores (casi todo el país estaba en contra de ellos) y que eran implacables contra ellos. ¡Y vaya que no les tuvieron compasión! Aunque fueron derrotados en la Segunda República, muriendo o quedando en el exilio casi todos sus líderes, estos patriotas continuaron tercamente con fe en su propósito. Después del horror vivido, mantuvieron la fe. Y eso les hizo prevalecer.
Podría decirse que eran masoquistas, pero también que fueron constantes en lo que creían…
Bolívar junto a Sucre suben sus banderas victoriosas sobre el cerro del Potosí en 1825. Diez años antes estaban prácticamente derrotados por los realistas en Venezuela |
Como católico practicante se me ha enseñado desde niño que la Esperanza es importante y necesaria para la vida, porque es una de las tres grandes virtudes teologales, junto a la Fe y la Caridad, y justamente vivir una vida virtuosa implica, entre otras cosas, no caer en la desesperanza. La certeza de la muerte y lo finito de la existencia es lo que dio origen a las religiones, que nacen por una necesidad muy profunda de los seres humanos angustiados ante el porvenir, y justamente en estos momentos es cuando más debemos volcarnos a nuestra espiritualidad para fortalecer nuestra voluntad y nuestra conducta, pues aunque seamos seres materiales, esta vida no es sólo comer y dormir, también sentimos, soñamos, pensamos y creemos, y hoy más que nunca debemos creer y sentir que podemos lograr nuestros sueños e ideas de libertad, justicia, progreso y prosperidad para todos.
Ante el reto que se nos viene, si es que llegara a concretarse lo planteado el 30-J, nos tiene que encontrar preparados, serenos y seguros, no angustiados, deprimidos o desesperanzados.
Toda mi vida he amado la Historia y su contemplación no me parece un estéril ejercicio de memorización de nombres y fechas. En ella se han sucedido los eventos y procesos que le han dado forma y sentido a nuestra Humanidad, por eso ella nos da identidad y por eso mismo es que tenemos que mirar a ella para comprender nuestra realidad actual. Hay demasiado para aprender a ella, sin ser un dogmático apegado a modelos o referencias determinadas.
Observar el proceso reciente que nos lleva a este fatídico 30-J más que desalentarnos, debe darnos fuerzas porque precisamente el tiempo enseña que todo lo que empieza, acaba, y no es precisamente la República lo que muere, sino el régimen que quiere destruirla.
La posible instalación de una Asamblea Constituyente chavista, plenipotenciaria y abusiva, no es más que la consecuencia de lo que siempre ha sido el chavismo: una fuerza anti-democrática, autoritaria y violenta. ¿Por qué nos vamos a extrañar de su conducta? Desde que surgió en 1998 su líder polarizo el país a su favor o en su contra, trajo de vuelta lo peor del personalismo político y fanatizó a sus seguidores con promesas de justicia vengativa, mezclando el resentimiento social con ideas de luchas de clases. Eso nos llevó al primer choque de trenes de 2002 y 2003. Y no importaron los muertos ni los daños materiales, lo que siempre les importó era la conservación del poder, el poder total para hacer lo que le diera en gana. Precisamente por su amor al poder absoluto, ese líder murió, incapaz de separarse del gobierno y dedicarse a curar su salud, se inmoló en una campaña presidencial que ganó, pero le hizo perder su vida, para el bien de nuestro país.
Muerto su líder, sus más cercanos colaboradores quedaron huérfanos y a la defensiva; y en vez de transigir, pisaron el acelerador hacía la imposición del totalitarismo. No sólo quedó la sombra de un fraude en las elecciones presidenciales de 2013, sino que el país conoció en 2014 una espiral represiva que no se había visto desde 1998. Sin embargo, los procesos no se detuvieron y contra todo pronóstico la oposición organizada ganó las estratégicas elecciones parlamentarias de 2015 dándoles el golpe más demoledor que ha recibido el chavismo desde su estancia en el gobierno, y desde entonces, en vez de aceptar los hechos consumados, los chavistas en el poder entraron en una fase demencial donde no sólo cerraron y obstaculizaron las vías electorales para salir de la crisis, negando el revocatorio y postergando las regionales y municipales, sino que desconocieron a un poder público emanado de la soberanía popular. Rápidamente así se pusieron en el carril de la dictadura, creyendo que con el miedo y la represión bastaría para consolidar su precario poder.
Y no fue así.
Nuestra Historia registra tres meses inéditos: más de 100 días de manifestaciones (ya no sólo en el este de Caracas, sino en buena parte del país) más de 100 fallecidos y miles de detenidos, y la condena casi unánime de toda la comunidad internacional contra el gobierno actual avenido en una dictadura. Nada de esto ha sido en vano. La jugada de convocar fraudulentamente una constituyente es una demostración palpable del hundimiento chavista y el que la logren instalar sólo confirmaría que sentenciaron su fin: en pleno siglo XXI van a intentar someter al país a un régimen que no es democrático, a pesar que en todo el hemisferio americano –excepto Cuba, claro está- ha consolidado esa forma de gobierno como la única aceptada por legitima, estable y segura: fue sólo de esa manera que ellos pudieron llegar al poder en 1998 y sólo así fue la izquierda radical se abrió camino en Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, El Salvador o Uruguay. El chavismo plantea pues algo insostenible, especialmente cuando no tienen un barril de petróleo a 100 $ ni la solidaridad de la mayoría de América Latina. La misma Historia los ha atrapado y sentenciado.
Por todo lo antes expuesto, recuerdo entonces que las razones para seguir protestante no van a desaparecer con la instalación de la ANC, por el contrario van a empeorar: vendrá más escasez, controles, censura, represión… y justamente por todo eso hay que continuar luchando, pues la Historia es de quienes actúan con fe, siguiendo un propósito y no se rinden ni se resignan ante los que aparentemente parecen poderosos. Si no fuera así, hoy seguiríamos viviendo en las cavernas, huyendo de los depredadores que eran más fuertes que nosotros como los Tigres dientes de sable. Y ya sabemos que no fue así.
Aquí en Venezuela, por ejemplo, el absoluto Fernando VII dejó de ser nuestro Rey, el largo gomecismo murió y no sobrevivió a su fundador, y el mega-constructor Pérez Jiménez fue derrocado. A ninguno se les pidió permiso para vencerlos y aun cuando fueron populares y muy poderosos, fueron igualmente derrotados.
Esta Patria es nuestra, no dejemos que no la roben los que –por ahora- la tienen secuestrada diciendo a todo pulmón que “Tenemos patria” cuando lo que tienen realmente en un engendro a imagen y semejanza de sus ideales comunistas de violencia y miseria.
Vivir con miedo, no es vivir, y sólo ante Dios es que debemos estar de rodillas, no ante ningún poder humano, especialmente si sólo nos ofrece opresión.
Ante ellos plantemos cara, de pie y sin miedo. No les demos nuestra sumisión y si es necesario pasemos de la oposición a la insurrección con espíritu fuerte y con fe en lo que creemos que es lo correcto.
En esta lucha no estamos solos: la cusa correcta es la de la Libertad sobre el despotismo, la de la Justicia contra el abuso, la de la Prosperidad contra la miseria, y el de construir finalmente una Sociedad abierta de oportunidades para todos. Tomemos conciencia de ello y actuemos con determinación. Dios y el mundo nos apoyaran.
Juan Pablo II, hoy San Karol Wojtyla, el papa que derrotó al comunismo en Europa, cuando visitó Venezuela en 1996 dejó unas palabras para nosotros que hoy suenan proféticas: “¡DESPIERTA Y REACCIONA! ES EL MOMENTO”.
Hagamos Historia en este momento.
¡¡¡Muchas gracias por leerme!!!
Dantesol
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