El 4 de febrero de 1992 estaba yo muy contento: alegre porque al fin la clase política adeco-copeyana que nos gobernaba, que consideraba corrupta y arrogante, había recibido "un buen susto". Además el líder del intento golpista había asumido su responsabilidad por lo que había hecho, yendo a la cárcel sin apelar a un "chino de Recadi", o a las excusas habituales ("Yo no sabía", "La banca me engañó" o "Todo esto es un confabulación antihistórica", etc.) Iba preso en una nación donde lo normal era ver políticos huyendo del país cuando le dictaban auto de detención. ¡Ese hombre era un valiente! Se habían alzado apelando al nombre de Bolívar, nuestro héroe histórico máximo, blandiendo un nacionalismo con la bandera tricolor frente a lo que me parecía un entreguismo vergonzoso de los que nos gobernaban ante el Fondo Monetario Internacional y su infame "paquete" neoliberal de medidas económicas "Made in USA". Creía yo que "ya estaba bueno y era hora que alguien hiciera algo" ante tanta crisis y abusos. Y sucedió.
Parecía que todos aprenderían la lección, pero no fue así. No vinieron "nuevas situaciones" ni el país se enrumbó "definitivamente a un destino mejor" como dijo el héroe del "Por Ahora": Resucitaría el golpismo como arma política amenazante; el personalismo político se encumbró por encima de los liderazgos colegiados (casos Caldera y Alfaro Ucero); la anti política tomó fuerza e impulso al punto que la Democracia se vació de contenido popular; se añoró a dictadores como Gómez y Pérez Jiménez; ciertos medios de comunicación y empresarios se empezaron a creer los árbitros de la política; la posibilidad de tener una economía productiva y competitiva en un mundo global se derrumbó; los liberales quedaron como una secta religiosa; socialcristianos y socialdemocratas entraron en hibernación forzada y un lamentable mutismo ideológico; y especialmente los dogmáticos marxistas de manual hicieron fiesta porque la Historia y el Pueblo "les daba la razón" y de ñapa encontraron su "epifanía" con "mesías" incluido.
Al final, aquellos que se alzaron contra la corrupción, la arrogancia y el entreguismo de ese momento, al llegar al poder, terminaron haciendo mucho más daño que los adecos y los copeyanos, siendo más soberbios y anti-democráticos que ellos y teniendo un entreguismo frente a Cuba y China, muchísimo mayor al que pudo haber habido aquí con los Estados Unidos. La "medicina" resultó peor que la enfermedad y la alegría de hace 25 años, se ha tornado en amarga mueca, un cuarto de siglo después.
Foto: Nelson Garrido |
¡¡¡Gracias por leerme!!!
Dantesol
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