El portal web "El Estimulo" ha tenido a bien publicar una colaboración mía donde analizo las profanaciones de las tumbas de los ex presidentes Gallegos y Medina, hecho insólito en la Venezuela contemporánea. Agradezco muchísimo a los amigos periodistas de éste medio digital la gentil invitación para escribirles como historiador. Espero que este artículo sea del agrado y el interés de quien lo lea.
Aquí la versión publicada en El Estimulo
He aquí el texto integro:
Gallegos y Medina: una profanación con repercusiones históricas
Texto: Daniel Terán Solano *
Las tumbas de los ex presidentes venezolanos, el general Isaías Medina Angarita (1897-1953) y de Don Rómulo Gallegos Freire (1884-1969) -así como de la esposa de éste último, Doña Teotiste Arocha de Gallegos (1888-1950)- ubicadas todas en el caraqueño Cementerio General del Sur, fueron violentadas este 15 de junio, en lo que parece ser un posible acto de profanación con características religiosas.
El suceso no ha sido oficialmente investigado y hasta que no surjan conclusiones de parte de los organismos competentes es imposible conocer quiénes son los autores reales de estos hechos y especialmente el motivo de sus acciones. Lo único que se puede especular al respecto, valiéndonos de las evidencias precedentes que dejan las repetidas quejas emitidas por usuarios en el Cementerio, respecto a profanaciones de tumbas y sepulcros, es que quizás pueda ser un acto vandálico hecho por quienes profesan algún culto religioso que amerita el uso de osamentas o restos humanos.
Se señala habitualmente en estos casos a los creyentes del llamado Palo Mayombe, o “Paleria”, creencia venida de África junto a los cultos de la llamada Santería o “Regla de Osha-Ifá” o el Vudú, todos muy activos en la Venezuela presente, desde al menos unos 15 años.
Ahora bien, éste resulta ser un hecho insólito que prácticamente no tiene precedentes en nuestra historia contemporánea republicana, en cuanto que se trata de dos importantes ex presidentes del siglo XX, quienes son todavía de amplía recordación y aún así, sus sepulcros sufren severos ataques.
Quizás sea el lamentable caso del ex presidente Joaquín Crespo (1841-1898) y su esposa, Misia Jacinta Pareja de Crespo (1845-1914) el único antecedente histórico de esto que vemos, pues a ellos les desaparecieron sus restos mortales en su panteón ubicado también en el Cementerio General del Sur en el año 2013. Sin embargo, el general llanero no tenía dolientes políticos en nuestra actualidad, era pues un personaje histórico que se percibía lejano y distante, perteneciente a una época histórica superada (la de los grandes caudillos agrarios y las guerras civiles) y por eso precisamente la desaparición de sus restos, pasó más o menos desapercibida. Y por supuesto, no fue debidamente investigada: nunca se supo de los autores y sus propósitos reales.
No es el caso con los expresidentes Gallegos y Medina, pues el primero es nada más y nada menos el más importante escritor venezolano, por cuanto es el más famoso internacionalmente por obras como Doña Bárbara (1929) y Canaima (1935) entre otras tantas, las cuales pudieron ser llevadas al cine en México, (en 1943 y 1945, respectivamente) lo que facilitó la difusión y proyección en toda Hispanoamérica del nombre y la obra de nuestro literato. Asimismo Don Rómulo Gallegos fue el primer presidente del partido político Acción Democrática (AD) -fundado en 1941- el mismo que ahora parece volver a la palestra pública cuando uno de sus militantes y secretario general, Henrry Ramos Allup, ocupa la presidencia de la Asamblea Nacional.
Tal condición le permitió a Gallegos ser electo en 1947 como el primer presidente de la República escogido directamente por los votantes, usado el método vigente hasta la actualidad: universal, directo y secreto. En cuanto al General Medina, fue el primer presidente venezolano que fue llevado en hombros por la gente del pueblo de Caracas hasta el Cementerio del Sur cuando murió en 1953, en plena dictadura perezjimenista, y como persona humana siempre gozó de un gran aprecio y simpatía por su carácter afable y cordial, hecho reconocido por sus propios adversarios que lo derrocaron un 18 de octubre de 1945. El buen recuerdo de Medina se vio acrecentado en 1992 cuando la compañía cinematográfica venezolana “Bolívar Films” lanzó el documental del historiador y cineasta Carlos Oteyza, Isaías Medina Angarita: Soldado de la Libertad, donde le permitió a una nueva generación de venezolanos ver y conocer a un importante personaje del siglo XX venezolano, que relativamente estaba olvidado.
Así pues, no deja de ser insólito ver que estas dos importantes figuras de nuestra Historia contemporánea, valoradas por lo general de forma positiva en nuestra sociedad, reciban ahora una profanación en sus tumbas, hecho que desde una perspectiva cultural se puede interpretar como una gravísima ofensa a su persona y a su memoria, pues siendo la venezolana una comunidad inserta en el mundo occidental y bajo la égida del cristianismo, el irrespeto a los muertos es un tipo de acto tabú, que es ajeno a nuestra propia naturaleza según lo que desprende nuestra propia evolución histórica y las tradiciones que la acompañan.
Ahora bien, ¿cómo se puede interpretar este acontecimiento a la luz de la historia? Habitualmente siempre casos como estos han sido terreno exclusivos de antropólogos, etnólogos, sociólogos y psicólogos sociales, pero también la historia tiene mucho que decir ante fenómenos que tienen que ver con el sistema de creencias, de valores y símbolos que tiene una sociedad, pues todo eso es algo siempre presente en la condición humana y que se manifiesta permanentemente a lo largo de su evolución y a través de las distintas culturas, pueblos y civilizaciones que ha tenido la humanidad.
El estudio de los mitos, (todo aquello que engloba esos valores, símbolos y creencias) así como el uso de la hermenéutica simbólica para interpretar nuestra sociedad y su evolución tanto pasada como presente, nos permite conocer un poco mejor la historia y comprender con una nueva óptica sus características claves. Así fue la línea de investigación que desarrolló el profesor Julio López Saco en el Doctorado en Historia en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y que continúa el profesor Rodrigo Fernández del Río, a la cual nos suscribimos humildemente.
Una realidad que en Venezuela fue reconocida hasta por el gran historiador Germán Carrera Damas, quién luego de dedicar gran parte de su carrera académica a una interpretación de la historia sólo concentrada en ciertos aspectos, reconoce la importancia de mirar más profundamente y con otros enfoques al hombre, incluido el aspecto espiritual: “En Venezuela nos hemos acostumbrado a ver la Historia únicamente desde una perspectiva materialista y eso es un error: el hombre tiene muchas facetas y dimensiones, tal como una ajo. ¿Han visto ustedes un ajo? Cada diente es una parte, pero el ajo es el conjunto de todos sus dientes. Así es el hombre, y ahí están sus realidades políticas, económicas, sociales, culturales y también las espirituales. Solo hemos estudiado sus realidades separadamente, pero no en conjunto, tenemos que estudiarlas todas si queremos realmente conocer y comprender al hombre” (Palabras pronunciadas en una conferencia en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el 18 de junio de 2014)
Veamos: Debido a la colonización española, la sociedad venezolana forma parte del universo cultural del mundo occidental, -aunque eso no niegue el mestizaje ni la impronta indígena o africana- y dentro de ese universo es muy marcado el respeto a los difuntos, el cual se hunde a un culto a los antepasados greco-romano que luego fue asumido y sacralizado por el mismo cristianismo, religión dominante en el Occidente. Así pues, la doctrina católica, la mayoritaria en Europa, España y por tanto en Venezuela, deja claro en sus obras corporales de misericordia: el “Enterrar a los muertos”; ofrece un día especial en su calendario en Noviembre a ellos (“El día de todos los difuntos”) y recuerda permanentemente en su misa dominical por los fallecidos, al incluir en su ordinario la siguiente monición en la plegaria de la Eucaristía:
“Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro”.
Con todo ese fundamento cultural, en Venezuela se dio un respeto a lo que antropológicamente se entiende como el “cruce supremo de las fronteras”, en cuanto que no ha sido muy común en nuestra evolución el ensañamiento con el cuerpo o los restos de una persona fallecida, dándose pocas veces episodios de rencores político-militares de tipo “necrofóbicos”. Parece pues, que la muerte del contrario aplaca automáticamente el motivo de la lucha. Y en ese aspecto con Venezuela se presenta una excepcionalidad en nuestra regional, pues en América Latina sí existen casos donde los odios no se aplacan con la muerte y por el contrario, son motivo para expresar vivamente venganzas.
Países latinoamericanos como Argentina, México o Haití, han tenido claros elementos de lo que hacemos referencia: Son el caso del caudillo agrario argentino Facundo Quiroga (1788-1835) que hubo de ser escondido y enterrado de pie en una bóveda secreta en el cementerio donde estaba, porque su cuerpo iba a ser profanado por sus enemigos. Así se mantuvo desaparecido su cadáver durante más de 120 años. También es famoso lo sucedido con la célebre Evita Perón (1919-1952), que fue embalsamada tras morir, pero tras el derrocamiento de su esposo, su cuerpo fue violentado, escondido y trasladado a varios destinos, hasta que casi 20 años después pudo ser enterrada en paz, y finalmente también el caso de su esposo, Juan Domingo Perón (1895-1974), al que le fueron sustraídas las manos 14 años después de haber sido enterrado, y las mismas no han aparecido.
En México es célebre el caso del cráneo de Francisco, “Pancho” Villa (1878-1923), famoso revolucionario que tras ser asesinado, su cabeza fue cortada de su cuerpo y luego desaparecida de su panteón, sin saberse nunca el paradero. Mucho más famoso y publicitado es quizás el caso haitiano, donde en la larga dictadura de los Duvalier (de Jean-François Duvalier, llamado “Papa Doc” [1907-1971] y su hijo Jean-Claude “llamado Baby Doc” [1951-2014]) éstos usaron activamente las creencias religiosas de su país, especialmente del culto Vudú para sostenerse en el poder aterrorizando a sus oponentes con una peculiar mezcla de represión dictatorial clásica y el uso de hechicería, rituales ocultistas y prácticas de magia negra: así, la policía política del régimen, conocida como los “Tonton Macoute” no sólo era conocida por asesinar y torturar, sino también por aplicar toda clase de conjuros sobre opositores y disidentes, vivos… o muertos (rociarles “polvos mágicos”, usar fetiches y muñecos, clavándoles agujas, etc) Entonces fue común y generalizado el profanar tumbas, sustraer restos y hasta “crear” los famosos zombies con los opositores o sus allegados, porque ni siquiera la muerte era un límite para ese reino de terror dictatorial.
Justamente el caso de Haití es bastante famoso porque pone en el tapete el impacto social de las llamadas religiones africanas del Caribe, que en los años ’70 y ’80 del siglo XX capturaron la atención de diversos investigadores europeos y norteamericanos (antropólogos y psicólogos sociales, principalmente) y pusieron en boga en círculos académicos y mediáticos estos cultos, contribuyendo de alguna manera su difusión fuera de sus centros de origen -Cuba y Haití, principalmente- lo que quizás permitió un mayor crecimiento de los mismos.
En ese contexto es donde podemos ubicar un crecimiento de un factor socio religioso antes no percibido, no porque no existiera, sino porque tal vez era muy pequeño y poco representativo en el sincretismo espiritual venezolano, que en todo caso, se orientaba a prácticas más vinculadas al elemento indígena y autóctono que al exclusivamente africano del Caribe (como son el culto a María Lionza o Guicaipuro, la devoción al Dr. José Gregorio Hernández o el rezo a ciertas “Ánimas” como las de Pica-Pica, La Yaguara, Pancha Duarte, etc.) Y así, se hizo más presente –o finalmente más visible- los cultos de la Santería y el Palo Mayombe o Palo Monte.
Pero sin duda es llamativo que en Venezuela se ha hecho común el avance de esas religiones de origen afro caribeño especialmente en lo que va del siglo XXI, coincidiendo paralelamente con los gobiernos de la era chavista.
Y esta coincidencia no hace sino levantar suspicacias, muy fundamentadas con el precedente político de Cuba, un gran aliado internacional del proceso revolucionario venezolano.
Allí, después de la revolución iniciada en 1959, a pesar que en 1961 se proclamaría su carácter socialista marxista, donde el Estado se volvería oficialmente ateo, las religiones de origen africano, especialmente la Santería, ganaron un poderoso impulso, porque la misma fue utilizada por Fidel Castro como una “religión rival” para competir y tratar de desplazar el poder y la influencia de la Iglesia Católica, que como institución social debía ser dominada y reducida por los comunistas cubanos. Así pues, en más de 50 años de régimen castro comunista, la Isla de Cuba, que era en teoría un Estado ateo como señaláramos, tuvo paradójicamente un poderoso auge la Santería, siendo esta una peculiaridad muy típica de los funcionarios y demás revolucionarios de allá: ser militantes del Partido Comunista, pero también creyente de algún “santo” u orishá.
Posiblemente esta particularidad se expandió por imitación o fue deliberadamente exportado a Venezuela, y hoy vemos que un importante número de personas aquí en Venezuela son practicantes de este culto afrocaribeño, incluyendo líderes políticos, como el fallecido diputado chavista Robert Serra (1987-2014), quién tras su asesinato se supo públicamente que era devoto de dicha creencia.
Y la forma violenta como murió, generó también diversas especulaciones que apuntaban a su preferencia religiosa. Sin hacernos eco de ellas, consideramos sin embargo que el sólo hecho de plantearse la hipótesis religiosa en un crimen, es un indicativo severamente preocupante pues es algo bastante alejado de la tradición histórica venezolana.
Y es que a diferencia de otros países hispanoamericanos como México, Colombia o Chile, el papel de la religión en las luchas políticas no fue muy marcado en Venezuela, y también la Iglesia católica, como representante de la religión mayoritaria del país, nunca tuvo un papel destacado o muy importante como un “poder fáctico” que pudiera llegar a incidir en los destinos de la nación, siendo incluso sometida relativamente fácil al control del Estado laico, secular y modernizador encabezado por el general Antonio Guzmán Blanco (1829-1899).
Entonces, si la profanación a las tumbas de los ex presidentes Gallegos y Medina, obedeciera a una cuestión de tipo religioso, sería pues una actividad completamente extraña a nuestra Historia y tradición cultural, pues como hemos visto, la sociedad venezolana no se ha caracterizado precisamente por practicar rituales que vandalicen e irrespeten a los muertos.
Venezuela, pese a su marcado cristianismo de doctrina católica, es un país de sincretismo cultural, y también, jamás tuvo en su haber histórico y cultural problemas de intolerancia religiosa para con otras denominaciones ni mucho menos conflictos fruto de la acción de grupos fanáticos. Ha gozado pues, de una efectiva libertad de cultos desde 1834 y no ha tenido que registrar graves dificultades en esa materia.
Pero es justo y necesario recalcar que las mismas libertades tiene límites y en el caso de las de origen afrocaribeño, podrían estar rozando sus linderos, cuando sus rituales colinden con lo que se consideran como tradiciones culturales ya establecidas de la sociedad venezolana, como por ejemplo el no sacrificio de animales o en el caso que hemos analizado en líneas precedentes: la vandalización de sepulcros y el robo de restos humanos.
Los ataques contra las imágenes de vírgenes marianas en el territorio nacional, efectuados a lo largo del año 2011 y 2012 (Virgen de la Divina Pastora en Barquisimeto, estado Lara; Virgen del Rosario y Santa Lucía en Sabana de Parra, estado Yaracuy; la Virgen del Valle en Puerto la Cruz, estado Anzoátegui; y el monumento de la Virgen de Coromoto en Guanare, estado Portuguesa) pudieron estar vinculadas a alguna creencia radical de tipo afrocaribeña que planteaba una confrontación con los símbolos religiosos dominantes en Venezuela. Lamentablemente como con los casos de las profanaciones recurrentes de tumbas en el Cementerio General del Sur en Caracas, nunca se investigó suficientemente bien ni se esclareció nada.
Pero si las acusaciones vertidas que señalan a los cultos afrocaribeños fueran ciertos, especialmente el de la Palería o Palo Mayombe, debemos decir que ello sería una clara manifestación de irrespeto a las otras creencias ya asentadas antiguamente en Venezuela, y también una expresión de odio, odios que traspasan la frontera misma de la muerte para seguir manifestándose con igual intensidad a pesar del cambio de planos.
Es algo absolutamente deplorable y que es ajeno a esta tierra y sus habitantes a lo largo de su Historia, pues en Venezuela, ni siquiera durante la fase más dura de nuestra guerra de Independencia, la llamada “Guerra a muerte”, se llegó a realizar profanaciones a los restos de los enemigos muertos, pues existe el testimonio que el líder realista José Tomás Boves (1782-1814), cuando entro a la Capital quiso apoderarse del corazón del prócer patriota Atanasio Girardot (1791-1813), colocado en la Catedral por orden de Simón Bolívar (1783-1830) y fue el Arzobispo de Caracas, Narciso Coll y Prat (1754-1822), un conocido partidario realista, quien se opuso a semejante petición, llegando a estar dispuesto a morir antes de permitir semejante exabrupto.
Y a lo largo de nuestra vida política republicana no fue para nada común encontrar que los restos de expresidentes que fueron caudillos o dictadores (como José Tadeo Monagas, Joaquín Crespo o especialmente Juan Vicente Gómez) hayan sido profanados por sus numerosos enemigos y opositores que les sobrevivieron. Tampoco fue el caso con expresidentes polémicos contemporáneos como Rómulo Betancourt, Jaime Lusinchi o Carlos Andrés Pérez. En cambio, el extraño caso de la profanación del panteón familiar donde reposa la madre del diputado chavista Diosdado Cabello en el estado Monagas, podría indicar eso: que se nos ha importado una tradición religiosa diferente a nuestra propia idiosincrasia espiritual y podemos ver sus lamentables consecuencias, donde se hace “legitimo” y “normal” atacar a una personalidad política, ofendiendo el sagrado lugar de descanso eterno de alguien cercano a él.
Hace unos años eso era sencillamente impensable. Y ahora ha ocurrido.
Es en fin, un procedimiento ajeno a nuestra tradición histórica y cultural, que debemos rechazar y condenar, incluso por el bien mismo de los cultos que las puedan promover, pues estas acciones los estigmatizan y perjudican socialmente, haciendo que les pase en nuestro país algo similar –salvando las distancias- como lo que ocurre con el Islam en Europa Occidental y Estado Unidos, que es percibido equívocamente como “una religión promotora de la guerra y la violencia”.
Finalmente, no queda sino hacer un llamado a la responsabilidad por parte del alcalde del Municipio Libertador, Jorge Rodríguez quien como principal custodio de la seguridad y el mantenimiento del Cementerio General del Sur no ha hecho lo suficiente para que en sus dos gestiones como máxima autoridad municipal, dicho camposanto esté en condiciones dignas y óptimas, no sólo para los ex presidentes allí sepultados, sino para todo ciudadano venezolano que repose allí sus últimos días. Además que él ha atendido sumamente mal a los vivos, con el pésimo estado en el cual mantiene a la ciudad y el municipio que regenta, también su irresponsable ineficiencia afecta severamente por igual a los muertos que ni siquiera en la “Caracas socialista” del alcalde Rodríguez pueden descansar en paz.
* Daniel Terán-Solano es Licenciado y Doctorando en Historia de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Es profesor universitario en la UCV, en la Universidad Simón Bolívar (USB) y en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en las áreas de Humanidades y Ciencias Sociales.
-------------------------
¡¡¡Gracias por leerme!!!
Dantesol
No hay comentarios:
Publicar un comentario